miércoles, 31 de diciembre de 2014

El invitado sin cubierto



El invitado sin cubierto : Creo que los muertos no acuden cuando se los convoca de manera explícita. Hay que evitar los nombres, los brindis, los recuerdos compartidos. El de la sutileza es el camino, apenas marcado, que más les permite acercarse a lo que fueron. En el postre, ese hojaldre vuelve a servirse con la misma naturalidad.

martes, 30 de diciembre de 2014

A unas estaciones de la libertad



A unas estaciones de la libertad : Todos los animales de plástico de la colección que le gusta a Daniel llevan una etiqueta en una de sus patas. Es ancha y resistente, por lo que no es nada fácil arrancarla: hay que tirar con fuerza de ella hasta que se estire lo suficiente como para poder sacarla. Eso es lo primero que hacemos Daniel y yo solemos hacer después de pagar porque tenemos la sensación de que, más que comprar un animal, lo hemos liberado.

Con el guepardo negro, sin embargo, tardamos un poco más. Es una reproducción tan fiel que tememos que, si le quitamos la etiqueta en el Metro, celebre su recuperada libertad saltando sobre la funda de un Kindle, la muñeca de una niña o las botas de una quinceañera. Un poco de paciencia, le decimos, solo son unas cuantas estaciones más. 

lunes, 29 de diciembre de 2014

Aquí hemos venido a pasar hambre



Aquí hemos venido a pasar hambre : Vamos al restaurante chino del barrio que más nos gusta para escondernos un rato de la Navidad. No creo que se asome a un local sin decoración de fiesta, con un menú en el que cada plato viene acompañado por su foto y con unos camareros que  ponen la misma cara si recitas la numeración completa de la carta o te limitas a pedir un cortado con un rollito de primavera. Porque esto es lo que queremos: señalar un par de fotos y pedir el vino por copas y salir con hambre. Con bastante hambre: todo un lujo.

domingo, 28 de diciembre de 2014

La orilla sinuosa



La orilla sinuosa : Apenas se sale del pueblo ya se ven viñas, lo que ya da una idea de lo seca que es esta tierra. El agua, las hortalizas, las frutas quedan lejos. Aquí las sombras se refrescan en las paredes blancas. Esta tarde, además, el pueblo parece vacío. Lo recorre un frío que te atraviesa sin esfuerzo y que favorece la atención, tal vez porque de ella pudiera depender la supervivencia. ¿Y esta calle?. En estas fiestas son muchos los que, habiendo emigrado hace tiempo, aprovechan para volver. Es posible que haya sido uno de ellos el que decidiera diseñar el recorrido de esta acera imitando la sinuosa orilla de un arroyo como primer paso.

sábado, 27 de diciembre de 2014

Niebla sobre los viñedos



Niebla sobre los viñedos : En esta región de nubes altas y densas me sorprende ver por la mañana una niebla tan pegada a la tierra. Tan persistente. Pasan los kilómetros y del paisaje que conocemos solo nos va mostrando algunos detalles secundarios. Tal vez haya una razón para que destaque ahora un árbol, ahora una choza, ahora una señal oxidada en la zona en la que la punta se ha doblado. Tal vez no y todo esto vaya cayendo como las uvas de un camión tras la vendimia. 

viernes, 26 de diciembre de 2014

El hábitat de la imaginación



El hábitat de la imaginación : Prácticamente todo en el castillo está restaurado y dispuesto con un limpio orden pedagógico que impide a la imaginación colocar detrás de las puertas a un grupo de caballeros dispuestos para el combate. La manera de protestar de los niños es correr por los pasillos atravesando las figuras que la luz crea en el suelo al ser domesticada por las ventanas. La manera de protestar de los adultos es no decirles nada a los niños. Es más fácil conectar con el pasado a través de este desorden que con las fichas interactivas de las pantallas.

Entre los desgastados escalones de las escaleras de caracol del exterior crece la hierba. Quizás sean originales y por aquí subieran y bajaran emisarios con noticias sobre amenazas, sobre el resultado de las batallas, sobre la situación política. Ahora es la imaginación la que pide ir más despacio.    

jueves, 25 de diciembre de 2014

Bukowski, el gato sin nombre



Bukowski, el gato sin nombre : Una de las tareas de estas fiestas es encontrarles nombres a los dos gatos que se han traído para acabar con los ratones. Con el primero, de pelaje blanco y marrón, apenas hay problema y su nombre acude a él con la misma docilidad con la que él se acerca a nosotros para que lo acariciemos. Esa caricia lenta con la que uno acaricia muchas otras cosas a la vez. Amis, de amistad.

Al negro, esquivo, resulta difícil ponerle el collar de un nombre. Mantiene siempre la misma distancia y cuando nos aproximamos salta como si nuestras mullidas intenciones guardaran algo afilado. Evita ese exceso que traemos a una rutina que, tumbado en una parte alejada, parece bastarle. Su actitud es la misma del Bukowski de “Lo que más me gusta es rascarme los sobacos”, que terminé ayer.

“Entiéndeme, hay demasiadas cosas que suceden constantemente; incluso cuando estás inmóvil y sentado, suceden cosas. No se debe buscar nada, no se debe apreciar nada, las cosa suceden continuamente. Levantar un vaso de vino y beberlo, ya es mucho. Esta es la razón por la que no me gusta viajar por Europa, ver torres y esculturas. No lo necesito, todo sucede por sí solo. No necesito ir a algún sitio a ver cosas.” 

Están tan confiados con los gatos, que ya nadie se queja si la puerta de la despensa se queda abierta.

miércoles, 24 de diciembre de 2014

Los que venís de fuera



Los que venís de fuera : Se colocó una plancha tapando la chimenea para que no entrara ningún pájaro en el salón cuando la casa estaba vacía. Había que acercarse mucho, pero no había duda: durante unos días se escuchó lo que parecía un aleteo al otro lado. Eso fue en verano y ahora que veo el fuego arder también recuerdo que había quien no oía nada, como si el pájaro eligiera quién podía ser testigo de su lucha.

martes, 23 de diciembre de 2014

El test infinito



El test infinito : Al final del pasillo que llega hasta la acera veo un patio muy pequeño con un grafiti en una pared, una bicicleta con las ruedas hacia arriba y otra pared, con un respiradero, que recibe una franja de luz de una intensidad que ya no hay en la calle. No importa que la fachada sea monótona, como la de este edificio, o sugerente: la sospecha de que lo importante está al fondo del pasillo es la misma. Ahora me gustaría recorrerlo hasta recibir ese sol en la cara. Después, claro, darle la vuelta a esa bicicleta, como respuesta a otra prueba más del test de Voight-Kampff.

lunes, 22 de diciembre de 2014

Kilos de fruta se estropean bajo el sol



Kilos de fruta se estropean bajo el sol : El gorrilla que nos indica dónde dejar el coche en el aparcamiento del zoo me pregunta, jefe, si ya ha salido El Gordo. Recuerdo entonces algunas mañanas tumbado en la cama de mis padres escuchando cómo iban recitando los números. No, no ha salido. Es la clásica mañana en la que se está en el trabajo pero con la atención en otro sitio. Hasta con los animales se nota cierta relajación, como si hoy no les obligaran a seguir el mandato de Baudelaire de “ser sublimes sin excepción”. A los lobos marinos les conceden unas vacaciones para arreglar su barco pirata. Y los pájaros, confiados, parecen volar de zona en zona para ver a los animales protegerse en las sombras con una cuidada indolencia.  

Cuando llegamos al recinto de los monos de culo rojo, cuyo nombre científico nunca sabré, vemos que los distintos niveles están llenos de trozos de fruta recién cortada pero que no hay ningún mono a la vista. Solo se escuchan unos cuantos gritos de alguna zona interior en la que se esconden. Tal vez a algún visitante se le cayera un décimo y ahora sigan en la radio de un vigilante el sorteo. Si compartimos muchos genes con ellos, eso sería lo normal. Nos quedamos ahí unos minutos con la esperanza de escuchar el grito de cien monos de culo rojo celebrando un premio gordo. Pero no hay suerte. Con este sol, la fruta se va a estropear muy pronto.  

domingo, 21 de diciembre de 2014

Vuelo sin viento



Vuelo sin viento : De la planta que tenemos en la mesa de la terraza se ha caído una hoja. Es una hoja verde, sana, que parece haber elegido  ir por su cuenta. Tal vez esperaba algo de viento para salir volando y poder conocer mundo o, por lo menos, acabar en otra terraza y así cambiar de aires. Vaya con la hoja. Yo me acercaría a esa gente práctica, la que sabe cómo ganar dinero, si cogiera la hoja y la tirara para no distraerme. ¿A quién no le gusta el dinero?. Pero entonces se me ocurre una forma de que la hoja siga con su viaje. Puedo aplanarla, secarla y llevarla de libro en libro para saber el punto en el que dejé de leer. Quizás fuera lo que buscaba. Mientras le doy vueltas a todo esto, alguien acaba de cerrar una operación con una buena rentabilidad. 

sábado, 20 de diciembre de 2014

Bajo la bombilla vacía



Bajo la bombilla vacía : La mesa está repleta de comida y de la cocina siguen llegando más platos. Se diría que el objetivo es comer para acabar con el hambre del próximo año: una campaña rotunda por tierra (carne), mar (marisco) y aire (las burbujas del cava) para que no quede territorio sin conquistar. Una Blitzkrieg alimenticia que se apoya en unas botellas de vino que son sustituidas antes de que se acaben y unas bandejas de pan siempre llenas. La ofensiva solo se dará por terminada cuando se traigan los licores, así que al que dice que no puede más se le sirve una ración doble. Yo como y como y como y sé que la aguja de mi báscula, a kilómetros de distancia, se agita por efecto de este seísmo gastronómico del que yo soy el epicentro. Si me levanto un momento y me marcho al patio trasero no es para huir, sino para descansar la vista en esa bombilla pelada que cuelga.

viernes, 19 de diciembre de 2014

La golosina preferida de los camellos



La golosina preferida de los camellos : Todos los niños salen de clase con un dulce con forma de Papá Noel hecho en China. Tiene el mismo gesto que los gatos de la suerte: levanta un brazo y el otro lo deja caído. No es original, pero su significado es universal, así que tampoco hay razones para cambiarlo. Si Leonardo Da Vinci hubiera sido Da Shanghai, la Gioconda también habría levando su mano para saludar a cada visitante al Louvre, que no cuesta nada ser amable. No veo a ningún niño comérselo. Yo mismo, sin pedirlo, me encuentro con uno en cada mano sin saber muy bien qué hacer. No hace falta ser supersticioso para sospechar que tirarlos a la basura no es una buena forma de empezar las vacaciones de Navidad. Habrá que hacerles un hueco en la bandeja de los polvorones. Sí: habrá que hacerles un hueco en la bandeja de los polvorones y en la noche del cinco colocarlos en un cuento para que los camellos se los coman masticando lentamente.

jueves, 18 de diciembre de 2014

Una fachada que proteger



Una fachada que proteger : Sobre la palabra ultramarinos, colocada entre dos grandes cincos, hay un pequeño cartel que anuncia “liquidación por cierre”. El anuncio, en letras impresas, está perfectamente centrado: no me cuesta nada imaginarme a alguien subido en una escalera siguiendo las indicaciones que le dan desde abajo como si estuvieran montando una exposición en el Reina Sofía. Ese mismo cuidado se percibe en todos los artículos del escaparate: botellas de agua, cartones de leche o latas de cerveza expuestos en series para que te fijes en ellos, aunque no vayas a comprarlos, para descubrir la vida que precede a la utilidad.  Sé que en ese escaparate no habrá ni un solo hueco libre, ninguna señal que vaya anticipando el final. El barco se hundirá de noche, pero la elegancia ya tiene asegurado un bote salvavidas.  

miércoles, 17 de diciembre de 2014

La Liga paralela



La Liga paralela : Mientras merendamos en la cafetería, cojo el periódico deportivo para ver las crónicas sobre la victoria del Madrid ayer contra el Cruz Azul. No presto mucha atención a lo que encuentro y cuando Daniel después coge el periódico veo que pasa las páginas muy deprisa, imitándome, como si esa fuera la forma normal de leerlo.

El exceso de información previo y la obligación de ceñirse a lo que pasó hacen que apenas un par de artículos tenga interés. La solución estaría en narrar una Liga paralela con encuentros ficticios de los que no se supiera nada hasta acceder al periódico. Toda esa relajación del estilo cuando es arrastrada por la máquina de lo sucedido desaparecería al verse obligado a crear su propia realidad. Las fotografías, las declaraciones de los jugadores, los partes de la enfermería o los resúmenes del acta arbitral serían cuidadosamente falsos. Sólo sobrevivirían los buenos escritores, aquellos que medirían su éxito por la cantidad de comentarios generados.

La idea me parece buena, como todas las que se te pasan por la cabeza cuando estás protegido por el calor de una cafetería con un café y un plato con pequeñas palmeras a mano.

martes, 16 de diciembre de 2014

La oración del Sterling Old Regal



La oración del Sterling Old Regal : La luz del baño se derrama por el suelo. Después de cuatro temporadas de “Shameless” viendo cómo el cuarto de baño de los Gallagher que abre cada capítulo es utilizado de todas las formas posibles, la mirada sobre el mío ya lo es la misma. Ahora hay prisas entre los mellizos por usarlo antes de irse a la cama porque en quince minutos el pasillo se convertirá en un cuartel de dos habitaciones en el que bastará una luz encendida para invocar los gritos de Clint Eastwood.

Hoy llegamos al final de la cuarta temporada, spoiler viene, con esa impactante escena final de Frank Gallagher en una silla de ruedas empujado por su hijo Carl junto al lago de Chicago helado. Llegados a un punto, Frank le pide a Carl que se detenga.

-Dame la botella.
-¿Estás seguro?
-Segurísimo

para poder ponerse de pie como Lázaro y, con un hígado nuevo pero con los mismos problemas con el alcohol, desafiar a Dios después de echar un trago a su Sterling Old Regal de 15 años.

-¿Es eso todo lo que sabes hacer? ¿Ya está? ¡Sigo aquí…cabrón! ¡Frank Gallagher! Estoy vivo. ¿Me ves? ¿Me ves aquí plantado? Has perdido, gilipollas. ¡Estoy vivo…hijo de puta! ¡Yo… Frank Gallagher! Vivo. Vivo.

y tenderle después la botella a Carl.

-Un traguito no te hará daño.

Mientras, ha estado sonando “The Cold”, de Exitmusic.

Frank Gallaguer se une a esa lista de padres despreciables que encabeza el bueno de Walter White y a los que no dejo de admirar. ¿Pero cómo no cogerle cariño a Frank con esa oración de alcohol y blasfemias a un Dios que tendrá que reconocer a aquellos que le agradecieron el hecho de estar vivos frente a los que nunca lo hicieron?

Cinco minutos y los mellizos siguen confiados. Clint Eastwood, de camino.   

lunes, 15 de diciembre de 2014

El pequeño granero



El pequeño granero : “Akhilo”, de James Salter, es un relato sobre Eddie Fenn, un carpintero de treinta y cuatro años descrito en unas cuantas frases. “Cuando era joven, creían que tenía algo de talento, pero nunca había destacado en la vida; se había quedado en el umbral”. Una noche, Eddie Fenn escucha un ruido que le empuja a salir de la cama y recorrer el pueblo hasta llegar a un granero del que sale un sonido extraño, una especie de voz que se expresa en un lenguaje en el que percibe solo cuatro palabras “precisas, inimitables”. En el camino de regreso las va olvidando y cuando llega a su casa, fuera de sí, les pide a su mujer a su hija que le den una hoja en la que solo es capaz de escribir la última que le queda en la cabeza.

Por la tarde, Lucía, Daniel y yo salimos con dos sobres. El buzón de correos, que está cerca, parece un pequeño granero. En nuestro relato, somos nosotros los que emitimos las palabras, escritas en nuestras cartas a los Reyes. A su manera también son precisas e inimitables. A su manera también desaparecerán. Pero nuestra vuelta a casa es festiva.

Más tarde buscando el significado de “Akhilo” descubro que este relato fue elegido como uno de sus favoritos por Raymond Carver, lo que a su manera cierra el círculo de un día que comenzó con ese cuento leído por la mañana.   

domingo, 14 de diciembre de 2014

El libro de Diógenes



El libro de Diógenes : En la bandeja de la entrada se va acumulando la menudencias que van trayendo hasta aquí los días. Muchas monedas de cinco y diez céntimos. Un caramelo Pikotas. Otro en el que pone limão. Una pequeña bomba de plástico rojo con cuatro aletas de cola muy grandes. El recibo de una compra en el zoo (2 snacks matutino: 3,60 €; 1 sandwich biggest: 4,9 €; 2 mediterráneos 330 Ml: 5,00 €; 2 natillas:  4,40 €; 1 hamburguesa prin:  12,99 €). Una pequeña concha. Unos cascos como los que dan en Renfe con el cable tan liado que ya desistimos de desenrollarlo. Un protector de enchufes. La tarjeta de italiana_madrid, una cafetería en la corredera baja de san pablo, 10, donde puedes comprar libros de autores italianos. Una pila usada AA Fullwin Super Alkaline. Un adhesivo de Phoskitos con Perry el ornitorrinco montado en moto. Un mando de garaje sin pila con los ocho pequeños interruptores en la posición central menos el octavo, que está en la uno. Un bolígrafo que, a ver, sí pinta. Un corcho de silicona en el que se lee www.bodegastempore.com. Un cargador USB de mechero de coche que no usamos porque se calienta mucho. Un mechero BIC que compramos en una tienda de veinticuatro horas de Denia.  Un chupa-chups. Uno de los lápices que puedes coger en IKEA para anotar los detalles de un artículo y recogerlo después en el almacén. Una pulsera que me hizo Lucía con gomas de color blanco, amarillo y violeta y que parece ya está rígida en algunas partes. Una pastilla de chicle.  Un post it doblado varias veces en el que leo “cambiar chaqueta”. La tapa del mando del garaje. Un pen drive LG. Un tornillo grande de los que se aprietan con las llaves dobladas que vienen en los muebles de IKEA. Si todo esto lo extiendo sobre una hoja, separando cada objeto con un punto, dándole así al conjunto la consistencia de un párrafo, lo que obtengo es un índice de capítulos de ese libro que hoy oculta el desorden y donde es posible que haya más realidad que en muchas de las fotos que tengo clasificadas.

sábado, 13 de diciembre de 2014

La lluvia alternativa



La lluvia alternativa : Poco antes de que empiece la obra, comienza a llover con fuerza. Las calles por las que voy parecen más estrechas, más oscuras, más resbaladizas. La luz se refugia en las partes de metal de una bicicleta. Son pocos los que esperaban esta lluvia y ahora llevan paraguas mientras los demás se protegen con lo que tienen a mano. Me basta con la capucha. Agradezco la agitación infantil que provoca el agua en las calles, donde todo sucede más deprisa y los gestos muestran un borde lúdico. Llego empapado al teatro y con el tiempo justo. Pero siempre debería ser así. La sala Off en la que vamos a ver la última función de una obra me parece más grande, más luminosa, más firme.

viernes, 12 de diciembre de 2014

Los tres espectadores



Los tres espectadores : A la salida del cine vemos las figuras de un belén formadas por pequeñas bombillas encendidas. Están junto a una gran estrella blanca que me recuerda a las que aparecen formando el logo del Fondo de Apoyo al Cine Europeo al principio de las películas en las que éste ha participado. Quizás la intención de la estrella era introducirse en el vestíbulo del cine para que ahí José comprara unas entradas y los dos, dejando a los animales fuera, se metieran en una sala de la última sesión en la que solo hubiera tres espectadores. Tres espectadores que, al escuchar el llanto de un niño, salieran a la tienda de dulces a comprar algo que llevarle. Unas chocolatinas, unas gominolas, unos caramelos.

jueves, 11 de diciembre de 2014

Luces de aproximación



Luces de aproximación : A la salida del teatro en el Matadero, una serie de luces rojas señalan el camino que hay que recorrer para salir del recinto. Parecen las indicaciones de una pista del aeropuerto, lo que resulta bastante apropiado cuando se termina de ver una buena obra y todavía se anda algo desorientado en una fría noche de diciembre, alejado del bullicio del centro, buscando la manera de ir aterrizando en la realidad. Después, ya fuera, vendrán los análisis racionales. 

miércoles, 10 de diciembre de 2014

La lección susurrada



La lección susurrada : En “American Express”, un cuento de James Salter que leo hoy, Alan y Frank, dos viejos amigos que recorren Italia, invitan a Ada, una joven que conocen en Arezzo, a que se una a ellos.

“La campiña era llana y neblinosa. Tras ellos dejaban el pasado, vasos sin lavar, toallas en el suelo del cuarto de baño. En el comedor, Frank advirtió que tenía una pequeña mancha en la solapa. Intentó quitársela mientras el jefe de camareros rallaba parmesano fresco en cada plato. Mojó en agua la punta de la servilleta y frotó el puntito. La mesa estaba próxima a la entrada, visible desde recepción. Eda se arreglaba un pendiente”

Nosotros vamos a la reunión con la profesora de Daniel con la intención de callejear un rato por su pasado y traernos de él algunas cosas que podamos compartir en el futuro. Quizás en un café de Florencia, donde recordaremos la anécdota que nos van a contar en unos minutos: Daniel con dolor de cabeza y todos los compañeros hablando en susurros para no molestarle.

Al salir, una flores blancas inmóviles, como todavía bajo el influjo de esos susurros.   

martes, 9 de diciembre de 2014

El camino hacia la gloria



El camino hacia la gloria : Tal vez mi hamburguesa preferida sea la que sirven en el McDonald´s de Cuatro Caminos. Sus ingredientes son exactamente los mismos que los de cualquier otro local y su sabor no se diferencia. Tampoco importa que la saque o no de su caja o que, como hoy, me pida un café con un cruasán, para que me siga pareciendo la mejor hamburguesa. La única condición es estar sentado en la segunda planta del restaurante, en una silla alta junto a una mesa alargada que me permite abarcar, a través de una gran ventana, una plaza por la que llevo pasando toda mi vida. Puedo verme comprando el periódico en ese quiosco, entrando en aquella boca de metro, cogiendo el circular en esta parada, corriendo por el paso de cebra antes de que cambie de color el semáforo o consultado el reloj varias veces esperando a alguien. Aunque los hay que acostumbran a verse desde dentro, yo prefiero hacerlo desde arriba y merendando. Comerme el cruasán a pellizcos me pone de buen humor y hace que sea menos exigente conmigo mismo: no sé si alcanzaré la gloria, pero por lo menos he hecho mía esta glorieta.

lunes, 8 de diciembre de 2014

Desde la falda del belén



Desde la falda del belén : Hay dos maneras de construir un belén. La directa es hacerlo desde arriba, con los protagonistas del nacimiento rodeados por las construcciones apropiadas. Es lo más rápido si hay poco tiempo o espacio. La segunda opción es realizar ese camino desde el nivel más bajo, el de los objetos, e ir recorriendo los distintos puestos de la Plaza Mayor fijándote en las miniaturas de una cesta con huevos, de un tarro con especias, de un cubo de latón, de unas barra de pan. No importa que sean anacrónicas. Lo fundamental es dedicarles un poco de tiempo para reconocer aquéllas que, dentro, guardan ese germen de misterio que las hace apropiadas para el belén: a partir de ahí habría que ir subiendo a la doctrina, pero con el tiempo empiezo a sospechar que es la doctrina la que acaba buscando la forma de bajar hasta ese martillo, ese tiesto con varias flores o esa jarra de barro entre los que nos movemos.

domingo, 7 de diciembre de 2014

La habitación de la cuna



La habitación de la cuna : Al posarse sobre los sacos de la obra, la luz se vuelve arenosa y pesada, pero hoy añade ese ingrediente que llamamos domingo, a falta de un nombre mejor, y que, como la mano que ajusta una colcha infantil, cubre a los objetos de un brillo tranquilo dirigido tanto hacia adentro como hacia afuera. Si fuera uno de los albañiles destinados a esta obra aprovecharía el momento para atrapar entre ladrillos parte de esta luz en algún muro del edificio. El mismo junto al que los padres acordarían, sin saber muy bien por qué, colocar la cuna y montar la habitación.

sábado, 6 de diciembre de 2014

O sueño o ensoñación



O sueño o ensoñación : Magnus Carlsen, el ajedrecista noruego que suele echarse una cabezada en sus partidas del mundial, da el saque de honor en el partido de esta noche en el Bernabéu. El hecho tiene su relevancia porque los hay que defienden que Papá Noel vive en Droeback, 50 km al sur de Oslo, con lo que ambos personajes serían compatriotas, dando una pista para leer el partido. Así, cuando veo que los jugadores del Celta van de verde y el árbitro de rojo, no me cuesta nada ver a Papá Noel y once de sus elfos. En términos de fútbol esto no me dice mucho, pero me entretiene (hay veces que planeo por lo que sucede ahí abajo y solo coincido con los que pegan su vista a la hierba cuando el Madrid marca un gol: un abrazo y me vuelvo a subir). En este escenario, claro, los del Madrid serían los muñecos de nieve que le darían al partido un perfecto toque navideño. Ajeno a mi lectura, el Madrid gana tres a cero sin nada especial que reseñar. Sería comprensible que Magnus también se hubiera echado una siesta en el palco, quizás anticipando con las primeras jugadas lo que los demás necesitamos noventa minutos para descubrir. Por eso los listos duermen. A los menos listos, por el contrario, nos cuesta salir de nuestras ensoñaciones: cuando al abandonar el estadio veo una jaula vacía me pregunto si ahí es donde han traído los renos estos del Celta.

viernes, 5 de diciembre de 2014

Fiesta, a la sazón



Fiesta, a la sazón: Deberían hacer un descuento por servirte el último bocadillo de jamón serrano que queda en el autoservicio del hospital. No puede valer lo mismo el que se compra a primera hora, con el pan todavía caliente y crujiente que éste, al que, más que comprarlo, parece que lo hemos rescatado. A la cajera todo esto le da igual: marca un código y le sale un precio fijo, ajeno a las condiciones externas, con el que se le podría pagar un máster en finanzas a algún gorrino del establo.

Pero nos han atendido antes de tiempo, las pruebas han sido rápidas y la tarde nos regala una hora con la que no contábamos. Podríamos utilizar este tiempo útilmente, claro, pero no. Es aquí donde hay que estar. Una merienda en un hospital con unos servicios que ahora no necesitamos, como el que tiene la compañía de un portaaviones mientras pedalea en la barca por la zona tranquila de la playa. 

jueves, 4 de diciembre de 2014

El peso de la crítica



El peso de la crítica : Conozco el camino a la librería y me sobra tiempo, así que me puedo ir fijando en detalles del paseo tan irrelevantes como el cono de cemento blanco que actúa como tope en la entrada de un aparcamiento. Tiene que ser así: en la librería me espera una oferta de tres libros de Quinteto por diez euros. La gran mayoría son de autores que conozco o de títulos que recibieron una buena crítica, o una buena campaña de publicidad, que viene a ser lo mismo. Los libros están apilados en una gran mesa que rodearé varias veces tratando de encontrar un detalle, insignificante, que acabe empujándome a elegir un libro frente a otro. Tal vez sea una palabra de la sinopsis, o el sonido del apellido del autor, o el color del lomo, o la regularidad de las esquinas, blancas y perfectas. El tiempo que dedique en el paseo a prestar atención a lo intrascendente será fundamental para acertar con la elección.

miércoles, 3 de diciembre de 2014

El asiento vacío



El asiento vacío : Al final de la clase de pádel, el profesor divide al grupo en dos equipos para jugar una especie de partido de béisbol. Las jugadoras de un equipo devuelven con la pala la pelota que les lanza el profesor y, hasta que las de enfrente no la recogen y la dejan en un cesto, pueden ir recorriendo las bases para acumular puntos. Como jugador de béisbol, el que debería estar aquí mirando a Lucía es mi padre: la vida conserva su lógica narrativa aunque el espectador al que iba destinada la escena ya no esté.

martes, 2 de diciembre de 2014

Las sombras de arena



Las sombra de arena : En una sombra nocturna el tiempo cae grano a grano. Basta con cruzar las que crea la luz artificial detrás de una verja, extendidas por la acera, para experimentarlo. Detrás de esas franjas no hay un mundo que gira, solo una bombilla que durante el día crea luz y durante la noche perfecciona las sombras de una realidad que detiene. Insiste en su trabajo hasta lograr la impresión de que son las sombras las que mantienen al objeto. Al tiempo. A mí mismo. A la noche. 

lunes, 1 de diciembre de 2014

A urgencias, sin prisas



A urgencias, sin prisas : Una vez que se ha elegido qué se va a preparar de cena, y ya se está cocinando, el día se vuelve tranquilo como un paseo por la playa. Sería interesante poder recordar todas las decisiones que se van tomando desde primera hora y que, como las patas de un ciempiés, hacen que el día avance hasta este momento en el que ya no hay nada que pensar.

La espumadera hoy es el cetro del rey de las urgencias que me gano por llevar a Daniel a primera hora al hospital para ver el motivo de su dolor de garganta antes de que vayan a más su molestia y mi impresión de padre despreocupado. La decisión parecía buena pero se muestra precipitada cuando la doctora nos explica, sin prisas, (más a Daniel, al que parece considerar el más despierto de los dos) que todavía no puede saber si tiene que tratar con virus o bacterias y que cada caso pide una estrategia distinta a la que solo le falta una pizarra con equis y flechas para ser invencible.

Hasta las enfermedades necesitan su tiempo de cocción, como las hamburguesas que se van dorando en la plancha.

domingo, 30 de noviembre de 2014

El vigilante invisible



El vigilante invisible : El vigilante de la finca sale de la garita y recorre la zona interior recogiendo los juguetes y las bicicletas que los niños han abandonado. Ya se lo he visto hacer varias veces. Hoy pasa junto a un balón de baloncesto sin prestarle atención. Me sorprende que no lo aparte con una patada cargada de intención o que no lo coja con las manos e intente ese lanzamiento que en nuestra cabeza nos separa de la fama. A cualquier otro, menos veterano, le habría bastado con ver el balón para abandonar la garita y convertirse durante unos segundos en el protagonista de una de esas pantallas en blanco y negro a las que envían su señal las cámaras de vigilancia del edificio.

sábado, 29 de noviembre de 2014

El fin de la tregua estelar



El fin de la tregua estelar : Por lo que veo, el armisticio entre las tropas del lado oscuro y las de la Alianza se ha firmado en el Carrefour de Alcobendas. En un pasillo está Darth Vader y en el otro las naves de Lego que apoyan a la República sin que exista ningún problema entre ambos bandos. Hay un serenidad de pueblo suizo recién nevado envuelto todo por el olor de pollo asado que llega de la zona de comida preparada. Tal vez las dos partes han descubierto que no merecía la pena luchar, dejando el simulacro de batalla para la publicidad: por cada uno que caía, había un proveedor detrás que lo reemplazaba.

Pero debe haber un mínimo. Colocar a Darth Vader junto a un cartel de Super Precio supone alentar un  movimiento de venganza entre los que no queremos que parte de nuestra infancia quede así de rebajada.    

viernes, 28 de noviembre de 2014

Nadie te conoce mejor que tus objetos



Nadie te conoce mejor que tus objetos : Junto a una robusta puerta de madera, por la que podría pasar un carruaje, hay apoyada una ligera bicicleta blanca protegida por un cierre rosa. La puerta y la bicicleta podrían abrirse con la misma llave, que funcionaría con una u otra según una ley que solo los objetos conocerían, siendo ellos los que, al verte subir por la calle, decidirían lo que más te conviniese. Si subir a tu casa o dar una vuelta por el barrio a esa hora en la que la gente se deja llevar sin nada que comprar, arrastrados por la corriente de esta tranquila luz.

jueves, 27 de noviembre de 2014

El truco está en no creer



El truco está en no creer : Tres veces repite Lucía un truco de magia sin conseguir dar con la carta que he elegido. Le animo a que vuelva a intentarlo otra vez porque me gusta mucho ver cómo va siguiendo todos los pasos metódicamente. No le digo que tiene manos de maga porque está en la edad en la que a veces reacciona al halago como a un insulto aunque yo también, antes de decirlo, repase mentalmente la situación hasta encontrar el momento justo. Pero dice que no va a haber una cuarta vez. Mira las cartas y se mira las manos como si al final lo que faltara ahora fuera esa magia en la que no creen lo auténticos magos.

miércoles, 26 de noviembre de 2014

Hay que saber cuándo un día llega a su borde



Hay que saber cuándo un día llega a su borde : Miro el reloj justo cuando marca las 22:22. Los mellizos ya están en la cama, María ha salido a cenar con una amiga y mi forma de aprovechar el tiempo que tengo para mí es fijarme en el reloj justo cuando señala las 22:22 y decirme mira, las 22:22. Podría seguir con la cuarta temporada de “Shameless” o continuar con “Incógnito” o cerrar una obra de teatro que lleva atascada mucho tiempo o añadir un nuevo post al blog para ver si así se derrumba y entierra mi empeño. Todo tiene un buen motivo para que me ponga en acción, pero nada puede compararse con la tranquilidad de mirar un reloj porque sí y ver que ofrece una secuencia de cuatro doses. Después de esto, lo mejor sería marcharse a la cama y contarlo así en alguna reunión, hablando de esas cosas que se deberían haber olvidado pero que ocupan la peana destinada a los cumpleaños importantes, los aniversarios o las frases significativas. No recuerdas la fecha de tu boda, pero puedes hablar de ese día en el que en un reloj dieron las 22:22 y te marchaste a la cama inmediatamente después, casi corriendo, para que las 22:23 te pillara ya con el pijama, cubierto con la manta y esperando el sueño. Entonces es posible que en esa reunión alguien sepa ver lo que ahora yo no percibo y descubra que hice bien en cerrar ahí la jornada porque hacer demasiadas cosas en un día es como cargar de más una maleta: las cosas acaban arrugadas y peleando por salir.

martes, 25 de noviembre de 2014

Faltaba el icono de diluvio en la app del tiempo



Faltaba el icono de diluvio en la app del tiempo : La lluvia es tan intensa que no dejo de recular ante ella. Primero me protejo bajo un pequeño toldo, después me refugio en una cafetería italiana y, viendo que la violencia de la lluvia arrecia, me escondo en el cuarto de baño de la cafetería. Es un lugar limpio, blanco, con el rollo de papel por estrenar. Un buen sitio para recogerse: me recojo. En el pequeño lavabo froto con agua mi alma para tratar de quitar las manchas que todavía salgan. No muchas. Algo es algo. En la cartera, ni un billete. En los bolsillo, ni una moneda. No sé si con la tarjeta se pasará la laguna Estigia. Mando unos cuantos mensajes. Borro el mail y casi todo el WhatsApp, por eso de que hay que partir ligero de equipaje, y actualizo el sistema operativo porque ya me va a dar igual que sea inestable o no. Para ser el último café, estaba muy bueno. Vigilo la rendija de la puerta, esperando que el agua empiece a subir. Los demás morirán en Madrid, pero yo lo haré en Venecia.

lunes, 24 de noviembre de 2014

Esas redes que izarán otros



Esas redes que izarán otros : En “Yo”, un libro que le regalamos para que aprenda a dar rodeos sobre sí misma, Lucía va respondiendo a preguntas como: ¿qué no has hecho todavía?, ¿qué te aburre?, ¿qué nombre te hubiera gustado tener?, ¿qué tiempo hace ahora mismo?, ¿qué hora es?, ¿qué te hace especial? o ¿crees que el universo es infinito o se acaba en algún sitio?. Hoy se lo ha llevado al salón para continuar escribiendo en él y cuando se marcha a dormir dudo si debo abrirlo para leer algunas respuestas.

El instinto de conservar algo de lo vivido ya existe con diez años. No es constante, pero a veces los mellizos sienten la necesidad de escribir lo que han hecho un día con una dedicación que me sorprende porque jamás les he recomendado que lo hagan. Cierran la puerta, se sientan bien en su silla, cogen un cuaderno (no valen hojas sueltas) y se ponen a escribir como si bordaran. En lo que nos han enseñado, ninguno se limita a la mera descripción objetiva, añadiendo sus sentimientos frente a lo sucedido.

Sinceramente, no sabría si animarles o no a ser más regularles si me lo preguntaran. En el fondo, todo es una cuestión de lucha contra la memoria y con diez años quizás sea mejor que lo que quede sea lo que ella retenga, sin más. Con más años, el motivo es más evidente, como escribe Christa Wolf en “Un día del año”

“Pero ¿por qué describí también el 27 de septiembre de 1961? ¿Y todos los 27 de septiembre siguientes, hasta hoy, y eso a lo lardo de cuarenta y tres años, más de la mitad de mi vida? No soy consciente de todas las causas que lo motivaron, pero puedo mencionar algunas: en primer lugar mi horror al olvido, que, como he observado, se lleva consigo sobre todo la vida cotidiana, que tanto aprecio. ¿Adónde? A eso, al olvido. Caducidad e inutilidad, hermanas gemelas del olvido. Una y otra vez me veo (y me veré) confrontada con ese inquietante fenómeno. Yo quise escribir para combatir esa incontenible pérdida de existencia: al menos un día de cada año debería ser un sólido pilar de la memoria: puro, auténtico, descrito sin intenciones artísticas, lo que viene a significar entregado al azar y a merced de él. Yo no podía ni quería marcar el curso de lo que me aportaban esos días casuales; así hay días aparentemente fútiles junto a otros “más interesantes”; no me estaba permitido evitar lo banal, ni buscar, y mucho menos escenificar, lo “importante”. Empecé a esperar con cierta expectación lo que me aportaría, en el año en que me encontraba, ese “día del año”, como pronto empecé a llamarlo. Los apuntes se convirtieron en una obligación, a veces deleitable, a veces molesta. También se convirtieron en un ejercicio para combatir la pérdida de realidad”

Sin finalmente no abro el libro de Lucía para leer sus respuestas es por una cuestión de superstición. Temo que al hacerlo pierda el impulso que la lleva a ir completando cada hoja y acabe abandonándolo: en el futuro, ante las preguntas sin respuesta es posible que se dirija a nosotros para saber aquello que tampoco registramos por simple pereza. 

domingo, 23 de noviembre de 2014

También los muertos brindarán con nosotros



También los muertos brindarán con nosotros : En el muro, un mariachi dibujado sin rostro (tu cara aquí), sostiene con la mano derecha un pequeño vaso de cristal con el que recoge las lágrimas de diferentes colores que van cayendo verticalmente. El rostro que veo ahí es el del primo de mi padre, que, además de a los libros y al cine, eran un gran aficionado a todo lo mexicano. Su influencia no era erudita, sino pasional: te iba contagiando poco a poco, en las palabras justas, en los márgenes de los silencios, en la celebración de una buena comida o un buen tequila. Por su culpa, mi atención siempre se fija en el artículo que habla de México, en la serie que selecciono sobre otras o en el libro que me llevo del Rastro. Más que lo que decimos, compartimos o logramos, lo que más perdura tras la muerte son los gustos. Son la forma más directa de conectar con ellos, pidiendo el mismo vino, regresando a esa película especial o llenando el chupito con el tequila de costumbre para después levantarlo con el brindis.

sábado, 22 de noviembre de 2014

Los dueños del sábado



Los dueños del sábado : La amistad es esto, ir a ver sin dudar “Sinsajo”, la tercera parte de una trilogía, sin conocer las dos anteriores. Daniel me mira de forma extraña cuando le pregunto si está seguro de querer que lo lleve al cine. Le explico que es posible que no entienda bien de qué va la historia, que se pierda, que se le haga larga. La respuesta para cualquier objeción es que van a ir sus dos mejores amigos.

Así que vamos al centro comercial y lo dejo, bien acompañado, en el cine.

Me doy un paseo mirando los escaparates de las tiendas. Me acuerdo de un párrafo de “Los primos”, un cuento de Charles Baxter.

“Esa noche recorrí varias manzanas hasta un pequeño mercado de barrio, donde robé una manzana Royal Gala, que me metí en el bolsillo de la chaqueta, y un ramo de flores, con el que me paseé por la calle, empuñándolo en alto con ostentación. Si se pone la cara adecuada, se puede robar cualquier cosa. Era algo que había aprendido en mis clases de interpretación. Llevaba dinero de sobra en la cartera para comprar lo que quisiera, pero por lo visto se imponía robarlo. Era una necesidad emocional. Guardé la manzana en la maleta y usé las flores en el lavabo de la habitación del hotel antes de llenarlo de agua. Me di cuenta, tarde, de que no había manera de que las flores llegaran a casa sin mustiarse”

No es difícil dar con esa necesidad emocional: no tener que pagar por algo de lo que te consideras dueño. Pero el auténtico resto sería plantarse delante de la cajera y decirle que no vas a pagar, esperando que ella reconozca que esa manzana que te llevas, justo ésa, o el libro que has elegido, justo ése, siempre han sido tuyos.

Si los tres amigos se hubieran quedado mirando al que les pedía las entradas, éste habría visto que esa película y esta tarde de sábado les pertenecían de una forma tan clara que lo más honesto hubiera sido dejarles pasar sin pagar. 

viernes, 21 de noviembre de 2014

Son necesarios unos segundos sin música para diferenciar dos canciones



Son necesarios unos segundos sin música para diferenciar dos canciones : Me gusta detenerme frente a los negocios abandonados hace ya tiempo. Por lo que veo en éste, una cadena aseguraba con varias vueltas el cierre metálico a un elemento ya desaparecido. Tal vez un árbol o un poste. Lo normal sería pensar en una quiebra, pero no hay que ponerse tan trágico: quizás el dueño se cansó, tuvo una idea mejor o, simplemente, quiso cambiar de vida. Desde entonces, de vez en cuando se pasa por aquí para recordar el momento en el que tomó una decisión acertada y dejó de vivir en un lunes de siete días. Para asegurarse de que nada cambiaba, no dudó en pagar el alquiler del local cuando, tiempo después, el arrendador le comentó que volvía a haber alguien interesado.

jueves, 20 de noviembre de 2014

Es más fácil ser paciente mientras se duerme



Es más fácil ser paciente mientras se duerme : Primero buscamos en todos los cajones las pilas que el nuevo coche necesita. Aparecen algunas sueltas de las que sospechamos como de los calcetines sin pareja. Después hacemos un inventario de todos los aparatos con pilas de los que podemos prescindir hasta que vayamos a la compra. Somos exhaustivos como guardias revisando las celdas de una cárcel, pero ninguno tiene el tamaño de pila que necesitamos. Cuanto más se alarga la búsqueda, mayor es la decepción cuando tenemos que admitir que hoy no vamos a poder probarlo. Una criatura perfecta a la que solo le falta, como a Frankenstein, la energía de un rayo para vivir. Encuentro entonces un perro hecho con chapa metálica con una cola, enrollada como la lengua de una mariposa, que podría estirar para pegarla al coche, sacarlo a la terraza y esperar a que la noche empeore, se cubra de nubes y alguna descarga le transmita al coche la fuerza que necesita. Lo detallo muy bien. Les enseño la cola del perro. Consulto en el iPhone el tiempo de esta noche. Les hablo de Frankenstein. Percibo entonces la diferencia entre la verdad científica y la literaria: no rozo los mínimos necesarios de verosimilitud para que todos se unan a mi proyecto. En vez de eso, miran la hora a la que abren los supermercados y coinciden en que es más fácil ser paciente mientras se duerme. El más beneficiado de todo esto es el perro, que se va a pasar toda la noche junto a la caja del coche, decidiendo cuál es la rueda sobre la que primero va a orinar para demostrar quién manda aquí.

miércoles, 19 de noviembre de 2014

Una columna vertebral de puntos luminosos



Una columna vertebral de puntos luminosos : Cuando la dependienta me pregunta cómo quiero el café pienso que así, anocheciendo, con las luces del edificio que se está construyendo encendidas formando una columna vertebral de puntos, con unas nubes que van disolviendo los últimos rayos, con la silueta de los árboles en el camino que lleva al parque, con mi madre y los mellizos en una mesa, merendando, sin sitio para mí porque no quedan sillas libres en la cafetería, con un hueco en la barra a mi disposición, con el periódico a mano, con un artículo de Leila Guerriero sobre la eutanasia, otro sobre Morgan Freeman, otro sobre la lesión de Modric, con tiempo para leerlos sin prisa, pasando por cada uno como el que sigue dando vueltas con la segadora por un césped que ya está listo mientras unas manos femeninas van dejando los platos de la cena en la mesa.

martes, 18 de noviembre de 2014

Yo y mi porcentaje



Yo y mi porcentaje : En una reciente exposición del V Congreso de Mentes Brillantes, Ramón Cacabelos afirmaba que solo el 26% de la población española responde adecuadamente a medicamentos convencionales, mientras que al 74% restante o bien no le hacen nada o resultan perjudiciales. Rota mi fe en el 100% de efectividad de los medicamentos, y, ya por añadidura, en el 100% de cualquier cosa, ando desde entonces sospechando de todo. Hasta de mí mismo como animal racional: me gustaría conocer, en porcentaje, qué parte de nuestra vida es racional y qué parte no es sino un dejarse llevar, sabiendo que con un 100% de racionalidad sería imposible sobrevivir al día a día.

Los ravioli de la cena, por ejemplo, son una prueba de fe: en que están rellenos con lo que afirma la caja y en que no van a tener efectos secundarios. Un comportamiento totalmente racional me habría llevado a exigir un estudio independiente, incluido en la documentación de la caja, en el que se comprobara lo afirmado por la empresa fabricante y, adjunto a éste, otro sobre los posibles efectos secundarios de un ravioli relleno de ternera.

Un hombre cien por cien racional, en fin, habría dejado sin cena a los mellizos con el argumento de que como padre responsable no podía darles de comer algo de lo que no estaba completamente seguro. Afortunadamente, los ravioli tardan muy poco en estar listos y para cuando he terminado mentalmente mi razonamiento, empezado en el momento en el que el agua comenzaba a hervir, los mellizos han acabado ya con sus platos. Pienso muy despacio. Además, puestos a sospechar de todo, quizás no sea necesario alcanzar el cien por cien de responsabilidad para ser un buen padre.  

lunes, 17 de noviembre de 2014

Blancas cofias de papel



Blancas cofias de papel : ¡Pero!: en la cocina, una bandeja de cartón con un falso bordado de papel sobre el que hay varios donuts cubiertos de chocolate negro y de chocolate blanco. Me gusta mucho ese bordado de troquel, bordado industrial, bordado en serie. Si estuvieran en una simple bandeja, cogería uno de ellos, pero me detengo pensando que están ahí para agasajar a alguna visita imprevista. Al salir de la cocina me doy cuenta de que esos donuts son parte de la merienda que María les ha llevado a los niños hoy. Pienso en un picnic inglés, con té, en algún parque cerca del colegio, señoritas con cofia de papel, un conejo corriendo con un reloj en la mano, la portada de un disco de los primeros Génesis, un partido de criquet. Salgo por una puerta de la cocina y cuando llego a la otra, llamo suavemente, la abro, digo “just passing by”, y cojo uno de los donuts pensando que tengo que encontrar a qué portada llevar a los mellizos de merienda para superar ésta.

domingo, 16 de noviembre de 2014

A los pies de grandes rascacielos



A los pies de grandes rascacielos : La zona dedicada a libros de la FNAC cada vez es más reducida. La única sección que ha aumentado su espacio es la infantil, porque todavía los mismos padres que pirateamos todo lo que sale pensamos que se debe aprender a leer en un libro, no en ese Kindle en el que hemos descargado todas las novedades.

Esta vez me acerco a buscar un libro que sirva de introducción a la literatura: “Veinte mil leguas de viaje submarino”. No encuentro ninguna edición ilustrada que le ayude a un niño de diez años a sumergirse en la historia, como hizo conmigo aquella serie de Bruguera. Solo hay colecciones sobre misterio, fútbol, magos, monstruos, alumnas en institutos, diarios y zombies. Lo mismo que, añadiendo algo de sexo y sangre, se vende en la sección de adultos.

Me salgo sin el libro, aunque es posible que, de haberlo querido, hubiera podido hacer un apaño con alguna versión de Gerónimo Stilton con olores, una figura de merchandising del capitán Nemo o, incluso, algún videojuego basado en el libro para todas las consolas.


Solo queda la opción de bucear por Amazon para buscar lo que ya no se encuentra en la superficie. Una lástima. Una lástima porque de la antigua FNAC me gustaba hasta el paseo que daba antes por la zona de AZCA, con esos grandes edificios en los que siempre había una oficina que recibía toda la luz del sol. Ese silencio me iba preparando para el recorrido posterior entre las últimas novedades como esos tiempos de fe colegial en los que caminaba por el pasillo de la iglesia para recibir la comunión.

sábado, 15 de noviembre de 2014

Una hucha que dilapidar



Una hucha que dilapidar : A la estética le va lo dulce. Solo hace falta abrir la caja de galletas y mirar cómo están dispuestos los diferentes tipos, cada uno en su envoltorio de papel. Antes de que Daniel coja una de ellas, le digo que tiene que esperar a que les haga unas cuantas fotos. Primero comen los ojos. Después, cuando en la caja ya no quede ninguna galleta, vendrán las palabras, que contarán que Daniel eligió la caja por el dibujo de los árboles que tenía.  


Entre un momento y otro, nos iremos comiendo las galletas a cualquier hora. En la caja no hay instrucciones de uso, así que haremos como nos apetezca. Bastará con acercarse por la cocina, abrir la tapa y coger una. Es el acto opuesto al de dejar una moneda en una hucha para los malos momentos, privándonos del placer presente para garantizar la seguridad en el futuro. ¡Qué coño de seguridad!. Vaciaremos esta hucha galleta a galleta, invirtiendo lo sacado justo en ese presente en el que, sin salir de la cocina, ya nos hemos metido la galleta en la boca y la estamos disfrutando. Y esa sonrisa de complicidad si al sonido de la tapa al abrirse se asoma el otro a la cocina. 

viernes, 14 de noviembre de 2014

Por las ramas de la filosofía



Por las ramas de la filosofía : Las diez hojas que le quedan al árbol parecen una forma de resistencia ante una partida que ya debería dar por perdida. Quizás otros años ha sido de los primeros en deshacerse de ellas, pero éste, por primera vez, le ha entrado la duda sobre la llegada de la primavera: que haya sucedido hasta ahora no garantiza que en unos meses vuelvan a aparecer las nuevas hojas. Bien podría quedarse en lo que es ahora. En ese caso sería bueno conservar estas diez hojas.

jueves, 13 de noviembre de 2014

Es mejor rey el que espera hasta el final



Es mejor rey el que espera hasta el final : También en el tema de los regalos de navidad hay hormigas y cigarras. Las hormigas están ya realizando las compras: encuentran sin problemas dónde dejar el coche en el aparcamiento, suben a la superficie por una escalera mecánica vacía, nos les cuesta nada conseguir que una dependienta aclare sus dudas, hay suficiente stock de lo que pidan y, pagado todo sin esperar cola, el rollo de papel de regalo que se ofrece a los clientes para que envuelvan sus compras está entero y, lo fundamental, hay suficiente papel de celo. Sin embargo, la hormiga tiene que reconocer que estas compras fáciles, plebeyas, pierden parte de su valor. Los artículos que ya están en el maletero del coche los habría disfrutado mucho más la cigarra tras haber visto que el tiempo se le echaba encima y que no le quedaba otra solución que moverse de tienda en tienda y repasar todas las estanterías para adelantarse a los demás en centros comerciales abarrotados, con dependientas desbordadas y un ambiente de lucha general en el que el trofeo, por difícil, conseguiría valer el triple que ahora.

miércoles, 12 de noviembre de 2014

Dos formas de ampliar el universo



Dos formas de ampliar el universo : Hoy, 12 de noviembre de 2014, la sonda Philae, aterriza en el cometa 67P/Churyumov–Gerasimenko. Correcto. Parece que, en una imagen que quedaría bien en una viñeta de Ibáñez,  ha rebotado unas cuantas veces antes de quedarse quieta: nada serio. Me asomo a la terraza para pensar unos segundos en lo grande que es el universo, en lo poca cosa que somos y en que para llenar ese vacío hemos creado las croquetas de jamón, loadas sean.

Yo también tengo mi sonda particular. Un pequeño trípode que nunca he utilizado y que se va moviendo de un lado para otro en el cuarto de los libros siguiendo su propio programa. A saber. Hoy, por ejemplo, mientras ahí arriba Philae empezaba a mandar datos de la superficie del cometa, la mía se ha posado en “La literatura en peligro”, de Tzvetan Todorov. Por lo que se ve, sin saberlo  he estado realizando órbitas más y  más pequeñas alrededor de este libro hasta que ha llegado el momento de, imitando al trípode, aterrizar y leerlo.

Dice Todorov: “Si hoy me pregunto por qué amo la literatura, la respuesta que de forma espontánea me viene a la cabeza es: porque me ayuda a vivir. Ya no le pido, como en la adolescencia, que me evite las heridas que podría sufrir en mis contactos con personas reales. Más que excluir las experiencias vividas, me permite descubrir mundos que se sitúan en continuidad con ellas y entenderlas mejor. Creo que no soy el único que la ve así. La literatura, más densa y más elocuente que la vida cotidiana, pero no radicalmente diferente, amplía nuestro universo, nos invita a imaginar otras maneras de concebirlo y de organizarlo”.