miércoles, 30 de abril de 2014

Ruedas desgastadas



Ruedas desgastadas : Al prepararnos para el viaje, veo que nuestras maletas están bastante destrozadas. Las de los mellizos, ya en el salón, parecen nuevas : solo en las ruedas veo un poco de desgaste por el mundo que han empezado a medir. A pesar de nuestras recomendaciones, las han llenado con cosas que a nosotros nos parecen inútiles, pero que ellos defienden con una serie de argumentos que son los que, realmente, pueden servir como cebo para un viaje distinto. Nuestras maletas, con las prendas bien organizadas, hacen pensar, más que en un viaje, en una mudanza más.

martes, 29 de abril de 2014

Nubes sobre La Mancha




Nubes sobre La Mancha : Aunque el pasado permanezca fijo, sigue expuesto a los matices, como esos amplios campos de La Mancha sobre los que las nubes van distribuyendo la luz y las sombras conforme avanzan. Bastan los cuatro goles del Madrid al Bayern en su campo, ejecutados, claro, con precisión alemana, para que aquel viaje a París, a ver la final de la Copa de Europa contra el Valencia, vuelva a iluminarse y a mostrar detalles que pensaba que había olvidado. 

lunes, 28 de abril de 2014

Una lancha con motor




Una lancha con motor : Los chinos deben tener un lobby para influir en los trabajos de las clases de manualidades. Al vernos entrar en la tienda esta tarde, la chica del mostrador podría habernos señalado directamente dónde encontrar los palos de madera que Daniel y yo buscamos para su clase y que encontramos sin problemas. Todo un expositor repleto de bolsas nos espera. DIY TOY : Creatividad e imaginación. Made in China. 1,25 €.

Lo que no nos ofrece la dependienta es una lista con sugerencias de lo que podemos construir con ellos. Unas instrucciones paso a paso que ahorren tiempo para no tener que buscar ideas en Google. Cualquier cosa que evite que me ahogue entre dudas. Pero no importa : antes de que paguemos, Daniel ya sabe qué va a hacer y empieza a contarme los planes de esa lancha motora con la que va a venir a mi rescate.

domingo, 27 de abril de 2014

Huellas en el pasillo




Huellas en el pasillo : Descubro un poco tarde que han cerrado varias calles de Madrid para celebrar una carrera. Voy buscando alternativas con el coche pero siempre me encuentro con un municipal y una valla, lo que hace que me sienta como esa serpiente del juego que va creciendo conforme recorre la pantalla tratando de comerse los premios que van apareciendo. Una mañana de domingo tan grande y yo atrapado en un videojuego.

Trato desplegar una compresión dominical, que es a la corriente lo que el periódico de hoy, con sus suplementos, al diario. Lo trato con cierta intensidad, pero hay algo que no me gusta del espectáculo de todos esos atletas corriendo. Necesito cruzarme con el recorrido varias veces para darme cuenta, por fin, de lo evidente: lo que no me gusta es que corran. No tengo ninguna queja contra el deporte, ni contra los municipales ni contra los semáforos, que hoy parecen todos pintados de rojo. No. El problema de todos esos extras de bebidas energéticas es que, precisamente, van corriendo. Y correr es profanar la mañana del domingo, que está hecha para que nuestro paso, más lento, haga las distancias más largas y nos disuada así de la meta como objetivo final, ofreciendo coartadas aquí y allá. Que si una mesa en la que sentarse a tomarse un café. Que si un escaparate en el que, cerrada la tienda, prima lo estético. Que si un paso de cebra que hay que cruzar pisando las franjas blancas solo con el pie derecho. Que si una tranquila lectura a los titulares en el quiosco de los periódicos que nunca compramos. Que si la contemplación de algunas sombras, incluida la nuestra. Que si un banco en el que sentarse para ir experimentando el punto de vista que tendremos dentro de veinte años.

Todos esos corredores van manchando la mañana como el que entra en un pasillo recién pulido con los zapatos llenos de barro de la semana. Tantas prisas. Si por mí fuera, solo daría la medalla de oro al que entrara el último en la meta. 

sábado, 26 de abril de 2014

Pétalos en el suelo




Pétalos en el suelo : Toda boda no es sino una representación para los novios de un mundo de abundancia. Pétalos a la salida de la iglesia. Largos discursos. Trajes caros. Bandejas que se rellenan con nuevos aperitivos. Platos que se presentan con el objetivo de acabar con el hambre para varios días. La copa siempre llena. Ellos y todos los que les acompañamos, aceptamos y compartimos esa ficción porque la necesitamos, sobre todo actualmente.

Con su cola, al salir de la iglesia, la novia parece ir borrando los titulares económicos entre los que caminamos diariamente. Para que no pierda fuerza, las niñas recogen los pétalos y se los vuelven a tirar.   

viernes, 25 de abril de 2014

Un nuevo placer




Un nuevo placer : Mi momento preferido en los programas de cocina es ése en el que el cocinero muestra todos los ingredientes que va a utilizar en la receta. La cámara se acerca y sobre la encimera se puede ver un cuenco con la sal, otro con la cebolla cortada, otro con el pimentón, un plato con los trozos de carne, unos ajos pelados y un vaso con la dosis justa de vino blanco. Sé que quedarse ahí es como identificar el fútbol con la espera de los dos equipos en el túnel de vestuarios, pero, en lo que a mí respecta, a partir de ese instante el programa se viene abajo, por muy sugerente que sea el plato que se termine preparando: una mera prórroga para rellenar lo que queda de hora.

Con las gomas de Lucía me sucede lo mismo. Por muy bien que le salga la diadema que se hace o la pulsera que le han encargado, nada conserva la intensidad de esa caja en las que las gomas están separadas por colores, cada uno en su sección. He descubierto un nuevo placer en deshacer lo que a Lucía no le ha salido como quería y devolver cada goma a la parte de la caja que le corresponde. Así vamos engañando al tiempo.  

jueves, 24 de abril de 2014

Punto de partido




Punto de partido : El bolso le gusta, como muchas otras cosas que antes le han gustado de María y que Lucía no ha conseguido que le regale por mucho que haya insistido, por variados que hayan sido sus argumentos. A cada por favor, un no en un peloteo en el que las dos acaban subiendo a la red hasta que María consigue un remate que acaba con el partido, Lucía de vuelta a sus cosas y María a las suyas.

El bolso le gusta y esta vez no insiste, no busca argumentos. Se va a la cocina con él en la mano y le pregunta a María si se puede ser suyo cuando se muera. 

miércoles, 23 de abril de 2014

Las rabas de la Champions League




Las rabas de la Champions League : Me preparo para el fútbol : me calzo las botas, me aseguro de que llevo los auriculares, reviso que el carné que llevo no es uno de los antiguos, me pongo el abrigo. Lucía me mira. Hoy hay rabas para cenar, me dice. Siempre que te vas al fútbol, mamá hace rabas para cenar. El tono varía de la información al reproche para que no tenga ya que preguntarle si es que no le gustan las rabas. Ya se ha establecido una asociación que no puedo romper y cada vez que Lucía vea un partido del Madrid se acordará de estas cenas.

Yo pienso en ellas cuando el Madrid y el Bayern están formados antes del partido para que les hagan las fotos. El campo se convierte en un mosaico blanco. Suena el himno de la Champions. Estamos a dos partidos de la final. Las rabas no están tan mal.

martes, 22 de abril de 2014

El largo viaje del punteruolo




El largo viaje del punteruolo : Me gusta el golpe de calor que desprende el lavavajillas cuando termina de lavar y lo abro. Me recuerda al humo que en las películas antiguas rodeaba al ayudante del mago antes de desaparecer. Aquí, cuando termino de abrir la puerta, me encuentro con unos tenedores nuevos en el lugar en el que había dejado los sucios.

Son lo primero que saco. Deberíamos haber mantenido un nombre más próximo al italiano, forchetta, porque fue allí donde empezaron a utilizarse antes que en ningún otro sitio. En la Edad Media, el comercio de la pasta estaba muy establecido en Italia y, para comerla, se utilizaba un pincho largo llamado punteruolo, al que se añadió una segunda punta y, más tarde, una tercero para que fuera más fácil enrollarla.

Dejo todos los tenedores en un cajón, con las puntas hacia arriba. Un tema supersticioso para el que no sé si habrá alguna explicación histórica.    

lunes, 21 de abril de 2014

La puntualidad de la orquídea




La puntualidad de la orquídea  : Si las charlas con Bernie, el hámster, hubieran servido de algo (que no), es probable que con la orquídea hubiéramos intentado algún tipo de diálogo. Que ella hubiera decidido qué sitio elegir : si la mesa del salón, alejada de la luz pero segura; o la esquina junto a la televisión, en el Finisterre del cuarto, donde llega una luz cargada de vitaminas pero  pegada a la puerta de la terraza. Una existencia larga de reposo en hospital con flores en blanco y negro o una exuberante y breve viendo cómo las flores van cayendo al ser golpeadas por alguno de los mellizos al asomarse al balcón tras escuchar el reclamo de un balón de fútbol golpeando una pared o una persecución entrelazada de risas.

Hoy vuelvo a coger otra flor y tiro de la cadena de la queja antes de que salga porque la decisión de ponerla donde está fue nuestra. Ahí las flores no solo están visible, sino presentes, rodeadas de una serie de conceptos que vuelan a su alrededor : que si la fugacidad, que si la fragilidad, que si leches. Recojo la flor sin más, pensando que en el tallo siguen girando las ruedas y que no hay que ponerse tremendos, que la planta siempre está en hora y que ya volverá a marcar el momento preciso para que las flores vuelvan a salir. 

domingo, 20 de abril de 2014

Fe minúscula




Fe minúscula : También se puede celebrar la resurrección de todas las cosas que lo hacen en minúscula: sin lentas procesiones, bandas de música a las que les faltan muchas horas de ensayo, ni curas caminando con las manos recogidas y el orgulloso protagonismo del que conoce todo el papeleo divino. De las ramas de la vid salen unas hojas verdes para que el que busque algo en qué creer, también en minúscula, lo tenga, apoyándose así en esa fe que se celebra unos meses más tarde con la copa de vino ya servida. 

sábado, 19 de abril de 2014

Ni una fisura



Ni una fisura : Un paseo por el jardín con las manos en los bolsillos, impacientes, como si esperara algo que hubiera debido llegar y cuyo retraso provocara esa seriedad alrededor de la que giramos sin encontrar una fisura. Ni una fisura: la muestra de que sabe cuál es su momento y que hasta entonces todo esto no será sino un prólogo que se convertirá en la piel seca que necesariamente habrá que abandonar.

viernes, 18 de abril de 2014

El responsable de la espumadera



El responsable de la espumadera : En la cochera, entre bicicletas, bolsas de caracoles colgadas de las paredes y cajas que llevan años sin abrirse, los hombres preparan la paella. Charlan, ríen, se agachan para comprobar el fuego, y mueven con una espumadera los ingredientes. Todos opinan pero solo uno tiene la responsabilidad del resultado final. Las mujeres ponen la mesa y distribuyen los aperitivos que han preparado como si después no hubiera nada más que comer. Las botellas de vino ya están seleccionadas y cuando cada plato tiene su servilleta de papel, se da la señal para que se empiece a servir las copas. Junto al corcho, las chapas de las botellas de cerveza. Hasta que no seas tú el que tengas en la mano la espumadera, se te admitirá en la mesa pero no podrás reclamar un sitio como tuyo. Solo serás el pollo de patas cubiertas de chocolate que viene en el postre de los niños para darle vida al conjunto.

jueves, 17 de abril de 2014

Potaje para el siglo diecisiete




Potaje para el siglo diecisiete : Salgo con un poco de miedo del siglo veintiuno para darme un paseo por el diecisiete del Buscón. Es una lectura lenta en la que me paro continuamente a deshacer los nudos de las frases. Detengo la escena, bajo a los pies de página y después regreso al texto. Una paciente traducción en la que releo los párrafos varias veces.

Como resultado de estas horas leyendo, las nubes, grandes y densas, se han detenido en el cielo, espesándolo. Ahí están cuando salgo a ver cómo van las cosas por mi época. De vuelta a casa, agradezco el olor a potaje que llega de la cocina porque la lectura es, básicamente, un viaje por la historia del hambre. 

“Entramos en casa de don Alonso y echáronnos en dos camas con mucho tiento, porque no se nos desparramasen los huesos de puro roídos de la hambre. Trujeron exploradores que nos buscasen los ojos por toda la cara, y a mí, como había sido mi trabajo mayor y el hambre imperial, que al fin me trataban como a criado, en buen rato no me los hallaron. Trujeron médicos y mandaron que nos limpiase con zorras el polvo de las bocas, como a retablos, y bien lo éramos de duelos. Ordenaron que nos diesen sustancias y pistos. ¡Quién podrá contar, a la primera almendrada y a la primera ave, las luminarias que pusieron las tripas de contento? Todo les hacía novedad. Mandaron los dotores que por nueve días no hablase nadie recio en nuestro aposento, porque como estaban güecos los estómagos sonaban en ellos el eco de cualquier palabra”

“Historia de la vida del Buscón” – Francisco de Quevedo 

miércoles, 16 de abril de 2014

Una tarde por los suelos




Una tarde por los suelos : El suelo “moteado de rocas y cantos rodados”, según se lee en la etiqueta, en el que se cultivan las viñas del que nace “Volver”, un tempranillo de 2011 que bebemos en la cena.

El suelo cubierto de césped de Mestalla por el que Bale arranca por la banda izquierda, ajeno a los empujones que le echan fuera del campo (regresando a esa línea recta que él tiene en la cabeza, como una goma que recupera su posición cuando la sueltan). El balón que pasa por debajo de las piernas de Pinto y el nacimiento de una expresión “Esto hay que solucionarlo a lo Bale”.

martes, 15 de abril de 2014

Verde Quevedo




Verde Quevedo : Entre los libros de bolsillo y los que están en oferta, me encuentro con los de la colección Austral Básicos. Una selección a 2,95 €, en colores llamativos como los de una caja de lápices, de autores como Carson McCullers (violeta), Henry James (azul), Gonzalo Torrente Ballester (rojo), Virgina Woolf (gris) o Ana María Matute (naranja).

No sé si en el caso de Quevedo (verde claro) hay alguna relación entre el color elegido y el contenido. Si los de la editorial, después de llenar el libro de notas de página (son necesarias 426 para asegurarse de que el lector no se pierde), no han dedicado más tiempo a asegurarse de que su contenido es el más apropiado para el que, con ganas de leer algo, se siente en ese momento atraído por ese tipo de verde. La flor que elige a su insecto.

¿Habría comprado otro libro distinto a “Historia de la vida del Buscón” si su tapa hubiera sido de un color diferente? No lo sé. Tampoco sé por qué esta tarde, y lo descubro al tratar de decidirme por uno de esos libros, mi ánimo es de color verde Quevedo. 

lunes, 14 de abril de 2014

La punta de la ley




La punta de la ley : Es una tabla forrada de terciopelo negro sobre la que Lucía ha pegado unas pinzas con el nombre de cada día de la semana. Se van pasando entre ellas un papelito que pone : hoy. No hace falta que compruebe que el papel siempre está en el día correcto, pero lo suelo hacer, hoy lo hago (la misma pinza para el lunes, como si también tuviera algo leve que agarrar a pesar de que cada lunes parezca tirar de los que lo preceden), porque que las leyes se cumplan nos permite olvidarnos de ellas y un poco de nosotros mismos. La ley como una inmensa pirámide de millones de kilómetros cuadrados que ahora sostiene, en su punta, ese pequeño papel. 

domingo, 13 de abril de 2014

La doméstica multitud



La doméstica multitud : Conforme avanza el domingo y me acerco al Rastro, las calles se van llenando de gente. Lo lógico sería, después de una semana obligado a sufrir atascos y los inconvenientes de vivir en una ciudad tan grande, alejarse de ella o protegerse en algún bar olvidado de un pequeño pueblo: un cortado, un periódico atrasado y el vuelo de un par de moscas. Pero vuelvo a rodearme de gente para recordarme que todavía queda una posibilidad de estar entre esa multitud sin ninguna obligación, sin ningún guión, que puedo dejarme llevar hasta ese momento en el que me digo que ya es suficiente y, sin pedir permiso a nadie, ir recuperando el control según me alejo por una calle estrecha cualquiera, saciado.

sábado, 12 de abril de 2014

La fluidez del dinero



La fluidez del dinero : La fachada de cristal del Corte Inglés solo deja entrar la luz del sol, dejando fuera una pulpa caliente y brillante que obliga a usar la mano de visera. Dentro, el aire acondicionado ralentiza los movimientos hasta que desaparece la última gota de sudor. Ese sudor que el sol exige como suyo porque es lo único que puede calmar su sed: nos ha ido exprimiendo y cuando llega el momento de aprovecharse, ve, pegado al cristal, cómo la piel pierde brillo hasta quedar cubierta por una fina capa de sal. Pero tiene que ser así porque el dinero pegajoso circula con menos fluidez.

viernes, 11 de abril de 2014

La semilla durmiente



La semilla durmiente : Del tiesto, en el que solo había tierra, vuelve a crecer una planta tozuda, con esa determinación con la que el malo de la película sobrevive al ataque definitivo para alargar un poco más la historia y sorprender al espectador. Solo que en este caso, los malos somos nosotros, que si no hemos vaciado el tiesto antes ha sido por una cuestión de falta de tiempo: siempre surgía algo menos importante que requería nuestra atención. Así han pasado los meses hasta que hemos descubierto que bajo la superficie había vida y que esa vida vuelve a presentarse para darnos una segunda oportunidad, diciéndonos “la última vez casi acabasteis conmigo, a ver qué tal se os da esta vez”.

jueves, 10 de abril de 2014

La prueba de la encía



La prueba de la encía : No dejan de caerse dientes. Al repasar una multiplicación, tras el segundo mordisco a un bocadillo, mientras aclaro un vaso. Después de anunciarlo abren la mano con la seguridad de un mago y ahí está, perfecta. Creía que ya no quedaban más, pero la de las muelas parece una extensa familia italiana del sur. Tan larga que provoca mis sospechas y después de ver lo que me enseñan en la mano les pido que abran la boca y echen atrás la cabeza : puede ser que hayan llegado a un acuerdo y por las noches les dejen una muela debajo de la almohada para repartirse las ganancias. Después de palparse la encía con la punta de la lengua cierran la boca, la mano, y se marchan. Ellos ya han cumplido su parte.

miércoles, 9 de abril de 2014

Pelos de gato en las sillas



Pelos de gato en las sillas : Desde hace unos pocos días, los gatos entran en la oficina por la noche y dejan los asientos de las sillas llenos de pelos. Creo que ese impulso que les anima a saltar por la ventana es una respuesta al que a nosotros nos empuja a mirar afuera, al césped, mientras nos imaginamos en su territorio, lejos de la situación que se vive en la empresa.

martes, 8 de abril de 2014

Picnic en Alemania



Picnic en Alemania : Me quedo en la cocina viendo el partido porque la televisión pequeña es perfecta para los partidos en los que el Madrid va perdiendo. Para qué buscar los detalles. Bajo el volumen hasta alejar las voces  y me dedico a fregar los platos de la cena como si atándome a la rutina del estropajo y el jabón líquido le enseñara al Madrid una estrategia de andar por casa para reclamar ese césped alemán como suyo : la del que extiende una manta y abre los envases con las croquetas, distribuye los vasos de plástico, pide la pelota y les enseña a los niños cómo se controla bajo un sol sin prisas.

lunes, 7 de abril de 2014

El nuevo dorsal de Cristina Sánchez-Andrade




El nuevo dorsal de Cristina Sánchez-Andrade : Casi todas las sillas de la pequeña sala en la que se presenta “Las inviernas”, la nueva novela de Cristina Sánchez-Andrade, están ocupadas por alumnos de su taller de escritura. Es un grupo al que las banquetas se les quedan pequeñas, que agitan abanicos para llevar mejor el calor y que hacen comentarios entre ellos en voz alta sobre lo que escuchan.

Me siento un infiltrado.

Las dos personas que hacen la presentación del libro de Cristina tiran de cabeza, cuando lo mejor que se puede decir de su escritura es que se degusta con las tripas: en el cerebro se pueden rumiar las palabras, pero deben volver a las tripas, que es donde  conservo párrafos de “Bueyes y rosas dormían”

La Cristina Sánchez-Andrade que escucho por primera vez y que después leo en “Las inviernas” no es la que yo me esperaba. Cosas mías. Su discurso es ordenado, adaptado a todos los públicos. Explica que en el libro están muchas de las historias que han contado en su familia sobre la vida en los pueblos de Galicia. Y es ese esfuerzo por ser fiel a las historias lo que doma su estilo, como el que teniendo todo el campo, se traza unas líneas muy juntas para reducirse el terreno de juego: a lo mejor esto es madurar.

Vuelvo a tener la impresión, como cada vez que un escritor habla sobre sí mismo, y así debe ser, de que Cristina evita todo lo que tiene que ver con el hecho mismo de escribir. Como quien protege la entrada a un cuarto diciéndote que el ruido que has escuchado dentro no es nada mientras te habla de otras cosas, de cómo surgió el título del libro o de la lucha por imponer su criterio sobre la fotografía de la portada.

En la parte final de la presentación, sus alumnos demuestran con sus preguntas que se han leído el libro hasta dejar solo los huesos. Hay muy buen ambiente. Yo tengo muchas preguntas pero no pido el micrófono porque van dirigidas a una escritora del pasado. Una nostalgia tan absurda como mirar el marcador en el Bernabéu esperando que vuelva a aparecer el nombre de Zidane cuando el número cinco ya tiene otro dueño.  

domingo, 6 de abril de 2014

El segundo fichaje de Bale



El segundo fichaje de Bale : Ahí donde acaba el Rastro están juntos los puestos de piezas oxidadas y los de cromos bien cuidados. Entre los primeros pasean los ancianos que parecen buscar una percha desconchada, perfecta para colgar algunos recuerdos que andan tirados por la casa. Los niños saltan de un álbum a otro, aprendiendo lo que es la libre competencia: el cromo de Bale que en uno cuesta cinco euros, más allá te lo ofrecen por uno. En un par de minutos nos hacemos con el equipo completo del Madrid, pero lo que nos llevamos es la sensación de sentirnos como Florentino todo el tiempo que notamos los cromos en el bolsillo.

sábado, 5 de abril de 2014

Diplomacia de tatami



Diplomacia de tatami : Los combates infantiles se realizan de tres en tres, con unos profesores que les obligan a inclinarse antes de cada combate y a darse la mano cuando terminan. Más que luchar, parece que les dieran clases de protocolo. Como solo se saben unas cuantas llaves, la mañana se pasa viendo pequeñas variaciones del mismo ataque, en el que gana el que no deja de insistir, con lo que aquí se premia, más que la técnica, la perseverancia. Pero no se está mal con esta exhibición de violencia acolchada en la que una sola gota de sangre detendría toda la demostración. Daniel gana sus dos primeros combates y pierde el tercero con una chica con cinturón verde que le saca una cabeza. “Antes de luchar me dijo que no quería competir conmigo”, me dice. Al final parece que hay más medallas que judokas, con lo que tengo la esperanza de que algún profesor se dé la vuelta y nos lance alguna a los padres que hemos asistido a esta lucha sin filos.

viernes, 4 de abril de 2014

La lluvia que trae la pizza




La lluvia que trae la pizza : En el fondo de la pizzería se celebra un cumpleaños. En una mesa se van juntando los amigos conforme van llegando. Los padres retoman la conversación de un cumpleaños pasado mientras las cervezas se calientan en sus vasos de plástico. Supongo que se eligen sitios como éste porque cualquier cosa que a alguno de esos niños se le ocurra hacer con un trozo de pizzas ha sucedido las suficientes veces como para que figure en un manual de empleados.

Daniel dibuja. Lucía apoya la cara contra el cristal en un gesto al que solo le falta la lluvia por fuera. El dependiente calculó que quince minutos y cuando se cumplen escucho que dice el número que tengo en el ticket. Lo que más me gusta de las pizzas es sentir la base de las cajas caliente: deprisa, dicen.

Deprisa, digo, y caminamos por la calle como si cayera sobre nosotros la invisible lluvia de Lucía.    

jueves, 3 de abril de 2014

El escenario del robo



El escenario del robo : Entrar en la habitación de Daniel es como visitar un museo en el que se percibe el esfuerzo por mostrarlo todo. Visitar la de Lucía es parecido a traspasar la cinta del “no pasar” para entrar en un escenario en el que se ha producido un robo y donde todo, aparentemente en su sitio, debe verse como una pista.

miércoles, 2 de abril de 2014

Las reglas de la ironía




Las reglas de la ironía : Escribo un mensaje a mi hermano “Champions, qué pereza…” y como la ironía es ese filo por el que camina el sentido, me encuentro solo en el Bernabéu en el partido contra el Borussia. Pago con creces esta lección sobre la precisión del lenguaje porque me he acostumbrado a venir al campo acompañado: tener a alguien que me regañe por mandar mensajes, que se alegre por mí en los goles (sé que no conviene dejarse llevar por el entusiasmo porque en la Copa de Europa el valor de todo lo que pasa depende de llevarse la décima), que se saque un sándwich del bolsillo en el descanso, que escuche la radio para decirme cuando le pregunto que están hablando de cualquier cosa menos del partido, que comparta mis críticas al del puro, que también grite por mí los errores (sé que no conviene dejarse llevar por la rabia porque en la Copa de Europa el valor de todo lo que pasa depende de llevarse la décima), que gire la cara hacia mí tras alguno de mis comentarios irónicos sobre lo que pasa en el césped, que me describa la última receta que ha preparado en la escuela de cocina.

No dejo que nadie ocupe su sitio. Limpio las pipas que caen sobre él. El Madrid mete tres goles. Y un regreso en metro sin nadie con quien charlar.

martes, 1 de abril de 2014

Un ratón sin pedigrí



Un ratón sin pedigrí : Hay una ballena en el mueble del salón que recuerdo haber comprado en Edimburgo. El gato a rayas verticales lo trajimos de Praga y la Diana cazadora, sin duda, es de Grecia. De la figura del ratón agarrado a una bellota que tenemos en un tiesto de la terraza no recuerdo nada. Quizás sea un capricho de última hora en Ikea. Y ese olvido, muestra del poco valor que le damos, es la razón de que no se encuentre entre los objetos importantes y que, a cambio, pueda disfrutar del sol que cae en este momento, el que da la luz perfecta al instante y deja en sombras una parte del día que no merece la pena rescatar.