Lágrimas de futbolista : Los chicos del
peto amarillo tratan de seguir las indicaciones de un entrenador que no deja de
gritarles cómo hay que proteger el balón. Me parece bien que se les enseñe las
reglas. Me parece mal que se lo tomen tan en serio. No sería un entrenador muy
de fiar yo. Hoy me habría dedicado a ensayar con ellos los penaltis después de ver
cómo se decidió el ganador de la última Copa de Europa. Quizás a estas edades
haya que hacerles creer que uno posee el suficiente talento, la suficiente
fuerza, el suficiente amor propio como para no tener que llegar nunca a la
prórroga y, menos aún, a los penaltis. Aún así, los practicaríamos y, después,
representaríamos la parte de las lágrimas. Las lágrimas, chicos, tienen que ser
más grandes que aquellas de quienes os han visto perder. Ensayaríamos las
lágrimas y las posturas de la desolación. Todos tumbados en el suelo, o
arrodillados, o caminando con la cara entre las manos.
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