Goles en contra : Es a partir del cuarto gol del Madrid cuando me doy
cuenta de que ya no me siento capaz de celebrar los que estén por llegar con
idéntica ilusión. Sé que al estadio se viene a festejar todos los goles con la
misma intensidad, pero a mí me cuesta mucho mantenerla en estos partidos con
resultados tan abultados. Estoy acostumbrado a encuentros en los que hay más
equilibrio y donde la diferencia de tanteo no es tan grande. A partir del
tercero, empiezo a sospechar que esto no es un partido normal, que hay alguna norma
que se ha roto y que lo que veo es otra cosa. Debe ser cosa mía, porque cuando marcan
el cuarto soy el único de mi zona que se marcha. Ya en los alrededores, todavía
desiertos, pienso que había que irse de un estadio no solo cuando el equipo no
juega a nada, sino cuando se dan las condiciones para que los goles caigan
fácilmente, sin oposición. El quinto y el sexto llegan cuando estoy en el
metro.
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