La fuerza de la corriente : Terminamos el año comiendo. Nunca he visto una mesa
tan larga como ésta, repleta de comida. Bastaría con comerse los entrantes para
quedar saciado. A un lado están los mayores y al otro los niños: son ellos los
que al aumentar de número cada año van empujando un poco más mi silla hacia la
zona de los adultos. Este año vuelvo a ser consciente de este movimiento.
Empiezo a comer sin prisas. La única manera que se me ocurre de rebelarme es
seguir mi propio ritmo. Servirme los bocados de uno en uno.
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