El carro de
Sísifo : La mujer responde de mala gana, como si prefiera que no la saludara.
Cualquiera de nuestros trabajos es mejor que el suyo : no admitirlo sería
quitarle valor a lo que hace. Todas las tardes el mismo recorrido, el mismo
carro con el material que utiliza, los recambios de papel higiénico, los botes
de limpieza.
Le digo “buenas tardes” y unos
segundos más tarde, después de mirarme, me responde “buenas tardes”. Es posible
que su “buenas tardes” y mi “buenas tardes” coincidan en muy poco y por eso
ella se lo piense antes de decirlo, como si supiera que solo son dos trenes que
se cruzan por la vía en sentidos opuestos.
No es un tema de mala educación,
como me dicen.
Sí hay algo en lo que se parecen
nuestros trabajos. En ambos casos, si los dos lo hacemos bien, nadie nos dirá
nada. Solo se dirigirán a nosotros si cometemos un error. Tal vez por eso me
fije en que ninguna mañana falta papel higiénico. Tal vez por eso insista con el “buenas tardes”, esperando que una tarde ella sea la primera en decirlo.
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