La tierra roja : En
un extremo del camino, una mujer mayor está sentada en el borde de un banco. Permanece
quieta, los brazos pegados al cuerpo, las manos sobre las piernas y la cabeza
ligeramente caída, como si huyera de un gran problema y supiera que es
cuestión de tiempo que la encuentre.
En el otro, un hombre, sentado
junto a una construcción con tres cruces, habla por el móvil. Lo sujeta con una
mano grande, que lo oculta. Con la otra no para de gesticular, como si empujara
todas las palabras que salen de su boca para que no se dispersen, como los
perros que rodean, un poco más lejos, un rebaño de ovejas.
La última de las ovejas cojea.
Lleva su pata delantera derecha doblada.
A un lado del camino la tierra es
gris. Al otro, donde es roja, un tractor la va removiendo. La tierra se abre,
renovada. Cada surco parece una línea en un párrafo.
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