miércoles, 19 de diciembre de 2012

El paseo del joven Van Dyck




El paseo del joven Van Dyck : Son las seis de la tarde y ya está anocheciendo. Hago un poco de tiempo antes de entrar en el colegio. La vista, por inercia, se me va a un panel luminoso en el que normalmente anuncian películas infantiles, coches o campañas de Coca-Cola. Es una gran pantalla que está entre árboles. No me encuentro lo que esperaba, sino un retrato que me mira directamente. Esa es la impresión que tengo en ese momento. La mirada apenas dura unos segundos porque tiene que dejar paso al siguiente anuncio, esta vez, sí, de Coca-Cola, a los que este año les ha dado por defender la palabra “Positividad”. Un par de campañas así y salimos de la crisis. Me quedo de pie esperando a que vuelva a aparecer ese retrato.

Van Dyck, autorretrato en 1615.

Vuelve a desaparecer y vuelvo a esperar.

Van Dyck, autorretrato en 1615. “El joven Van Dyck”. Museo del Prado.

Me gusta el contraste entre la oscuridad que va creciendo, el brillo de la pantalla y ese tranquilo silencio que desprenden los árboles y desde el que Van Dyck mira, como si acabara de hacer un comentario y se girara hacia mí esperando mi respuesta. En el Museo del Prado se encuentra el original, pero es difícil que encontrarme frente a él pueda provocarme una impresión más intensa que ésta. El entorno compensa, sin duda, la falta de calidad. Eso, y, sobre todo, esa sensación de encontrarme con algo que no he buscado, como si hubiera venido hacia mí. Ese debería ser el recorrido de los museos : salir de sí mismos y mezclarse con la realidad. Hay más Hopper en una reproducción en un vagón de metro que va a cocheras que en el cuadro original que se expone entre treinta más.

Van Dyck, autorretrato en 1615. “El joven Van Dyck”. Museo del Prado. 20 de noviembre – 3 de marzo de 2013.

No hay comentarios:

Publicar un comentario