Los cuarteles de otoño : En los campos
ya no se ven ni girasoles ni trigo, solo una tierra roja revuelta para que se
airee. El paisaje apenas se mueve, espera alguna orden de lejos. Mientras, parece
que las cosas se entretuvieran solo con su nombre, como afirmándose en lo que
son en tanto les vuelven a recordar su utilidad. En estas condiciones, poco se
trae del paseo, salvo la precisión del inventario, los elementos labrándose las
primeras líneas del prólogo. La historia ahora transcurre en las huertas que no
se ven. Detrás de las paredes blancas en las que se apoyan los cardos, hay una
tierra doméstica que ofrece pimientos y tomates como una narración familiar destinada
a los más cercanos.
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