El ejemplo de Igor : Los libros de desarrollo personal insisten en que hay
que tener ídolos que imitar cuando se desea llegar lejos en la vida. Pero a
veces se quiere y no se puede, lo que obliga a dejar esas referencias para
fijarse otras que se encuentren en nuestra misma situación. En ese caso nos
puede servir de ejemplo Igor, que sabe elegir, de entre todas las opciones para
ayudar a su neurótico doctor, la que lleva con precisión al fracaso. Tal vez
parezca una decisión extrema, pero lo que no dicen esos libros de guía
profesional es que a veces esa derrota absoluta es preferible a un éxito
mediocre porque supone una forma de victoria. Una victoria en la que en vez de
colgarte una medalla te pegan un post-it en el pecho, sí, pero victoria. E Igor,
que lo sabe, sonríe.
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