El tren de las 20:18 : A pesar de que la
horchatería está vacía y poco iluminada debería elegirla para sentarme en una
de las dos mesas mientras espero porque para eso estoy en la Joaquín Sorolla de
Valencia. Una horchata fresquita. Pero enfrente está el McDonald´s con más luz
que un quirófano y yo tengo una novela negra a medias. Sacrifico la horchata
por un batido con el que realmente pago esa mesa en una esquina junto a una
pared repleta de palabras. El tren llega a las 20:18, así que puedo leer
tranquilamente hasta las 20:17. Jack Caffery insiste en que el sospechoso tiene
que trabajar en el hospital de St Dunstan de Londres. A pesar de estar bajo una
lámpara, la historia conserva sus sombras. Meterse en una trama negra es la
mejor forma de protegerse del sol de agosto.
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