Los ocho euros mejor gastados en la playa : En la playa es fácil establecer una analogía entre el
escenario y el tiempo. La arena sería el pasado, el horizonte del mar el futuro
y el presente esas olas que se deshacen en pequeñas burbujas a los pies. Si me
giro ciento ochenta grados, la analogía cambia. El mar, ahora a mi espalda,
sería el inconsciente, la arena, frente a mí, el ego, y la pequeña franja entre
ambos, el yo. Esto es lo malo del ocio, que le da tiempo a la mente a tontear y
hacerse la profunda. Para eso se inventaron las palas. O las cartas de
plástico. O, para los que no nos gusta mucho ni una opción ni la otra, ese
chiringuito que está al fondo cuyo dueño se queja de que esto está lleno de
franceses con poco dinero. Qué, le digo a mi madre, ¿vamos a por ese mojito?. La
cabeza también se merece estar de vacaciones y ahí los preparan muy bien.
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