Un nuevo placer : Mi momento preferido
en los programas de cocina es ése en el que el cocinero muestra todos los
ingredientes que va a utilizar en la receta. La cámara se acerca y sobre la
encimera se puede ver un cuenco con la sal, otro con la cebolla cortada, otro
con el pimentón, un plato con los trozos de carne, unos ajos pelados y un vaso
con la dosis justa de vino blanco. Sé que quedarse ahí es como identificar el
fútbol con la espera de los dos equipos en el túnel de vestuarios, pero, en lo
que a mí respecta, a partir de ese instante el programa se viene abajo, por muy
sugerente que sea el plato que se termine preparando: una mera prórroga para
rellenar lo que queda de hora.
Con las gomas de Lucía me sucede lo
mismo. Por muy bien que le salga la diadema que se hace o la pulsera que le han
encargado, nada conserva la intensidad de esa caja en las que las gomas están
separadas por colores, cada uno en su sección. He descubierto un nuevo placer
en deshacer lo que a Lucía no le ha salido como quería y devolver cada goma a
la parte de la caja que le corresponde. Así vamos engañando al tiempo.
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