Sin tonterías con la mamma : Lucía prepara una comida de primero, segundo y
postre. Está prohibido entrar en la cocina, así que vemos cada plato conforme
los sirve, muy seria, en la mesa. La presentación es buena y la calidad es
alta, pero como aquí las palabras no sirven de mucho, dejo que mi plato vacío
sea elocuente. Cuando trae la tarta, también contundente, estoy a punto de
decirle que he comido mucho, pero me encuentro con la mirada de la madre que te
advierte que, mira, no me he pasado la mañana en la cocina para que ahora me
digas que no. Acerco mi plato con las dos manos como en una película en blanco
y negro de ese neorrealismo italiano en el que todos se iban a la cama con
hambre.
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