El espejo apropiado : Pertenezco a ese grupo que en las máquinas del gimnasio no
busca alcanzar un nuevo máximo, sino conservar un mínimo con el que encontrarse
satisfecho: puede haber medallas en cualquier parte. Me siento en ellas como si
fueran parte de un circuito de chequeo que hago para controlarme. Si rebajo la
resistencia, lo noto en la autoestima, si la fuerzo, no tarda en asomarse el
aviso de un tirón o de una lesión. Mientras todo siga así, no tengo por qué
tomarme muy en serio lo que vea en el espejo.
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