Los regalos de los embajadores : Pedimos la mesa en la terraza para aprovechar estos
últimos días de buen tiempo. Al rato de empezar a cenar, es evidente, por
nuestros gestos, que los tres tenemos frío, pero no lo reconocemos. Hemos elegido
el bufé, del que vamos pidiendo los platos poco a poco: tiene más valor el que
trae la camarera en una bandeja, solitario, que el que se confunde con cinco o
seis más. Ni siquiera el frío, que ha ido aumentando, nos convence para
cambiar y pedir de golpe todos los que hemos decidido comernos al mirar la
carta.
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