La plenitud de los objetos : Tenemos unos nuevos vasos con un cristal muy fino que
se han convertido en mis preferidos para beber agua. Me gusta sentir en los
labios su borde trazando una delicada porción de circunferencia: el agua parece
un producto de la geometría, más pura. Para
el café, por el contrario, prefiero una taza de paredes gruesas y borde bien
marcado que conservo desde hace muchos años. En este caso, el café es
secundario. Necesito la contundencia de su presencia. Cuando el café se acaba
sigue haciéndome compañía. Hay objetos que, más allá de su uso, están ahí para
apuntalar el momento.
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