Dulces y calientes : Leo las críticas
de los libros cuando salen y los ojeo en las tiendas, compactos,
ordenados con la geometría de un ejército desfilando. Después los olvido.
Y me los reencuentro tiempo
después, en edición de bolsillo, algo confundidos, mezclados con libros ajenos,
con el aire del que ha regresado de la batalla y ya espera poco, quizás a ese
lector que recuerde, sin saberlo, alguna frase de cuando se lanzó al mercado.
Un lector que se diga : “Este libro…”
O un lector que siempre se detenga
cuando reconozca el nombre de Carver en una portada, sabiendo que ya ha leído
todo lo de Carver. O casi todo. Este libro, por ejemplo, "Principiantes", que reúne los originales
de Carver antes de que el editor los redujera a la mitad e hiciera de Carver el
Carver que conocemos. Todo es cuestión de suerte.
Es una sorpresa encontrarse a
Carver en un Vips. Puedo detenerme tranquilamente en los libros de bolsillo y
descubrirlo porque me he salido de la película a la que hemos ido con los
niños. “Jack y su gemela”. María se queda con los enanos y yo me marcho,
incapaz de seguir viendo una película que no merece ni el tiempo que lleve
descargársela. El horror de Kurtz debería referirse a esta cinta sin rastro de
inteligencia. Tal vez el trabajo de un chimpancé en la época de la huelga de
guionistas. Yo qué sé. En todo caso, un corto paseo cinematográfico por un
vertedero iluminado con las luces del marketing.
Quizás, como compensación, me
encuentre el libro de Carver, para enderezar un poco el viernes. Leo la
contraportada y abro el libro al azar para ver si soy capaz de reconocer un
cuento :
“Comieron bollitos y tomaron café.
Ann sintió apetito de pronto, y los bollitos eran dulces y estaban calientes.
Se comió tres, lo cual complació al pastelero”
Claro que lo reconozco. Leerlo de
nuevo es como quitarle la suciedad al texto que, me doy cuenta, guardo en la
memoria. En cierto modo, este cuento es mío, como le pasará a muchos. Pago los
nueve euros para evitar problemas, pero este libro lleva siendo mío mucho
tiempo. Me lo llevo como el que rescata algo.
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