El sprint imaginario : Como esta semana
no tengo coche, tengo que volver caminando desde la casa de Federico hasta la
estación de metro. Hay pocos placeres que superen al de compartir mesa con
alguien que disfruta más de la comida y del vino que tú. Nos hemos comido lo
que quedaba de la tortilla de patata que hizo ayer y hemos apurado la botella que
ya tenía abierta. Se puede decir que lo de hoy ha sido un gran epílogo de su
cena.
Me noto pesado y feliz. Es cierto
que si ahora tuviera que coger el autobús en esa parada que está debajo de este
puente no podría recorrer la pasarela a tiempo y lo perdería por mucho que me
esforzara. Pero la única razón por la que de verdad lo intentaría sería la de
verme regresando a la mesa de Federico.
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