Una madre hace que todo parezca normal :
Veo la cuerda amontonada junto al andamio de la obra y me pregunto cuánto
medirá. Me gustaría poder tirar de ella conforme avanzo por estas calles del
barrio en el que nací y ver si alcanza hasta el portal de mi casa, que traspasaría
con la cuerda en mi mano para subir por las escaleras y presentarme en el primer piso, que
es donde vive mi madre. Siempre me parecía que vivir en el primer piso no tenía
ningún interés, que era en los más altos donde se acumulaba una intensidad que
yo no podría experimentar. Pero estoy seguro de que hasta ahí no podría llegar
la cuerda. A la puerta de mi madre es posible que sí. Estaría bien: llamar a la
puerta y explicarle el impulso que me habría animado a intentar este juego. "¿Y los niños, bien?".
No hay comentarios:
Publicar un comentario