No hay mejor recibimiento que una buena
despedida : Justo donde el metro ligero tiene la última parada de la línea
hay una bicicleta. Está apoyada en una valla, junto a las cuatro vías del
metro. Seguramente su dueño, al bajar
del vagón después del trabajo, se quede un rato mirando para que el contraste
entre los círculos de las ruedas y las líneas de las vías le permita saltar más
rápidamente de lo laboral a lo doméstico. Una vez subido en ella, se fijará en
los caminos paralelos de los raíles mientras, con los primeros pedaleos, va
improvisando el camino de vuelta a casa.
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