Las últimas comandas: En tres alcayatas del tablón del restaurante cuelgan las
comandas de los que se están tomando un café en la terraza. El camarero sale,
mira a ambos lados y vuelve a meterse. No hay prisa. Se puede disfrutar de la
tarde de otoño hasta que una de esas hojas se desprenda y se mezcle con las de
los árboles. En ese momento el camarero se agachará a por ella y se acercará a
la mesa en la que los clientes estarán recogiendo sus cosas mientras utilizan
las frases de despedida para volver a su intimidad.
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