La ronda del profesor : Como se nos dan tan mal las plantas, lo más lógico sería
que acudiéramos a las tiendas pidiendo aquellas que estuvieran ya en las
últimas para traerlas a casa sin ilusión. De alguna forma, nuestra esperanza
les resulta muy perjudicial, así que optamos por recibir los ramos que a veces
nos regalan con una distancia nihilista, como quien pinta una cuna de negro.
Puede parecer un ambiente negativo, pero los ramos aguantan mucho más si nos
acercamos a ellos pensando “ya se estarán poniendo mal” que si lo hacemos con
la idea de “a ver si ha florecido algún capullo”. El ramo se conserva más
tiempo así, pero nunca expresamos delante de él nuestra alegría, solo el leve
asentimiento del profesor que comprueba que todos sus alumnos han dado la
respuesta adecuada al problema.
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