Lo que nosotros podemos hacer por China : Este año la academia de chino manda a un profesor.
Hasta ahora habían venido maestras que se inclinaban levemente antes de entrar
en casa y a cuya puntualidad y tranquila forma de llevar la clase nos habíamos
acostumbrado. El profesor lleva el pelo teñido de rubio, la gorra al revés y se
presenta diez minutos antes de la hora, como si hubiera mucho que dar y faltase
tiempo. Al principio tuve mis reticencias porque, ahora me he dado cuenta, pensaba
que la enseñanza de un idioma requería la paciencia femenina, que es creativa,
frente a la masculina, que es un tiempo en el banquillo con los brazos
cruzados. Pero esa urgencia pedagógica, parece funcionar: cuando aaban, la
mesa está llena de hojas con caracteres chinos y los libros marcados con nuevos
post-it amarillos. Todo va bien, me dice cuando le pregunto por la clase, como
al cirujano después de la intervención. Y todo debe ir bien cuando en la mesa
también hay chucherías que trae como premio. Hoy ha dejado un Chupa Chups
picante con el texto en chino. Que haya elegido un producto español parece un
acto de buena fe, como si sugiriera que nosotros también podemos venderles bienes, que la posibilidad de hacernos un hueco ahí existe y que entonces hablar
chino será útil. También exportamos fútbol: me comenta que es socio del
Atlético de Madrid. Ya hemos tenido en la familia el caso de un madridista que
se ha hecho colchonero, por lo que en este momento me planteo la posibilidad de llamar
a la academia y pedir que regrese alguna de esas profesoras que parecían
ajenas al fútbol y a sus peligros.
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