Kugelhopf : Anud Abbassi explica, a las siete y media de la mañana, cómo debe hacerse un Harise.
Se trata de un postre típico que lleva varios ingredientes : tres tazas de
sémola áspera, una taza de azúcar, una cucharadita de bicarbonato, media taza
de agua, cuatro yogures naturales, almendras crudas para decorar y tahini para
untar la fuente . No creo que vaya a hacer nunca ese plato, pero a pesar de eso
veo el programa con atención, fijándome en los detalles, tomando nota mentalmente
de los consejos que da en cada paso. Influye, tengo que admitirlo, que la
cocinera es guapa, que hay una relación entre ella y el tipo de cocina que
hace, y que los dulces me gustan.
Recuerdo un párrafo de “El Ejército
Furioso”, de Fred Vargas, en el que Adamsberg habla de Lina, una mujer que ha
conocido.
“-Cuando piensas en ella, ¿piensas
en comida?
-En un kugelhopf con almendras y
miel
-¿Qué es eso?
-Un tipo de brioche especial”
Puede ser, también, que viendo este
programa evite poner las noticias. No por el contenido en sí, más o menos
pesimista, sino por la forma de presentarlo, mostrando sin ningún problema que
no se sabe prácticamente nada de lo que se cuenta y que a nadie le importa
aparecer así de desnudo.
Puede ser, en fin, que busque, de
forma inconsciente, esos olores de guisos que llenaban la casa cuando era
pequeño, ahora que las casas huelen a lata y a Ikea. En su post del veintidós
de Febrero, Arcadi Espada, después de analizar la gramática de un titular (Se
nota que ha leído a Pinker), añade una frase : “¿Hay algo más importante en la
vida que una mujer canturreando por la casa?”. Yo añadiría a una mujer llenando
con sus gestos toda la cocina. En este momento el olor se queda del otro lado
de la pantalla, pero no me importa porque puedo imaginarlo, tirar de alguno que
ronde por la memoria y que pueda encajar en ese plato.
Vuelvo a Adambsberg :
“Mientras la acompañaba por las
callejuelas, Adamsberg tomó consciencia de que su deseo de comerla predominaba
sobre el de acostarse con ella. Esa mujer le abría desmedidamente el apetito,
le recordó de repente un trozo enorme de kugelhopf que había engullido de pequeño,
elástico y tibio, con miel, en casa de una tía suya en Alsacia” (Página 163)
Pero esta vez Adamsberg, en vez de
comerse el kugelhopf, prefiere pasar el tiempo libre que le deja el caso
visitando a una anciana para peinarla y leerle libros. Las novelas no pasan en
balde para el comisario.
Puede ser, terminando ya con los
puede ser, que envidie a la gente que convierte su tiempo en algo tangible.
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