La joyería : En el cruce de Alonso
Cano y García Paredes está “Legumbres García”. Un hombre mayor, con las manos a
la espalda, se fija en las distintas legumbres expuestas en el escaparate. En
cada cesta hay un cartel escrito a mano.
Veo al hombre desde la mesa del
restaurante gallego que hay enfrente. Un cliente que acaba de levantarse de la
mesa de al lado le comenta al camarero, sudamericano, que él es un enamorado de
Galicia y que estuvo viviendo ahí mucho tiempo. Supongo que en el suelo del
camarero está el escuchar como si él fuera gallego. En la televisión están
repasando una lista musical y ahora suena Metallica.
El hombre sigue mirando con atención
las legumbres, como si estudiara un regalo. Mientras, la gente no deja de pasar
por esta esquina. El Centro Comercial Chamberí está al lado y casi todos llevan
bolsas. Una mujer con un bolso con la fotografía de Marilyn sostiene dos
paquetes de pastelería con cuidado, como si estuviera rellenos de nata; un
hombre cruza el paso de cebra encorvado, fumando, con una bolsa al hombro que
parece llevar todas las llaves inglesas del mundo (Me lo imagino dando los
presupuestos en pesetas mientras ofrece un Ducados sin importarle el sitio);
una mujer pequeña, con un abrigo largo hasta los tobillos empuja delante de
ella el carrito; un hombre camina despacio, con el periódico enrollado en uno
de los bolsillos de su chaqueta y se cruza con otro que fuma un puro torcido,
como hecho por él mismo.
Termina el tema de Metallica pero el amante
de Galicia sigue hablando. Echamos limón a los mejillones y cortamos en trozos
pequeños los calamares. La luz que entra por el ventanal se queda atrapada en
las gotas del limón y brilla en las dos copas de vino que nos han servido. La mesa
es pequeña para los cuatro, pero nos apañamos, haciendo sitio para las raciones
y las tapas y las piezas de los legos de los enanos.
Dos ancianas, una con un batón y la
otra con una muleta, caminan al mismo ritmo, cruzando lentamente el paso de
cebra. También lo cruza una niña en bicicleta, una pareja que pasea a tres perros
y un chino vestido de negro con una bolsa blanca en la mano. Dos madres jóvenes
charlan mientras vigilan a tres niños que van y vienen corriendo por la acera.
De vez en cuando gritan un nombre y vuelven a su conversación sin comprobar si
les hacen caso.
El hombre de las legumbres entra en la
tienda.
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