El “Scharnhorst” :
“El
crucero ligeramente armado de mi padre, el Jamaica de Su Majestad, dio el golpe
de gracia a un serio acorazado nazi llamado Scharnhorst en diciembre de 1943,
un día de trabajo mucho mejor y más arriesgado del que yo he hecho o haré nunca”
“Amor,
pobreza y guerra” Christopher Hitchens – Página 12
Si no hubiera hecho viento en La
Pinilla, no habría elegido rápidamente este libro en La Central (tal vez me
habría llevado “Diario de un cuerpo”, de Pennac, después de pensármelo más
tiempo) al recibir la llamada de que el autobús con los mellizos se volvía en
una hora, ni habría tenido tiempo de empezar a leerlo mientras les esperaba, encontrándome
con ese párrafo. Un párrafo así en la página doce anuncia un partido con muchos
goles, pero no puedo llegar al siguiente porque el autobús se adelanta.
Cambiamos rápidamente de planes y
nos marchamos a la calle Fuencarral con las bicicletas a disfrutar de un sol
que haría maravillas con unas copas llenas de agua sobre una bandeja de plata. Es
un sol que te va descongelando ya por dentro. Subimos y bajamos con las
bicicletas y después nos sentamos a ver si nos llega la inspiración para seguir
aprovechando la mañana : hay que dar el paso justo para no espantarla.
Pero estamos precisamente en el
sitio apropiado. Se puede decir que ese siguiente paso se nos presenta ahí
mismo : un hombre deja una maleta en el suelo, la abre y empieza a disfrazarse
de payaso con una seriedad de lunes por la mañana. Zapatos grandes. Un cinturón
con un timbre como los de las recepciones de los hoteles. Un gorro que me
recuerda al Johnny Deep de “Charlie y la fábrica de chocolate”. Una vez que
termina de vestirse, regresa al domingo y empieza a saludar a los que pasan. ¿Y
si nadie se detiene? ¿Y si solo consigue atraer la atención de unos pocos
niños?
Pocos minutos después un gran grupo
le rodea. Los niños delante, sentados. Los padres, detrás. Los niños atentos. Los
padres, sin dejar de consultar el móvil. El payaso es bueno porque no hace de
payaso : sus chistes y bromas funcionarían igual si no llevara ese traje que
únicamente sirve de reclamo. Su actuación se basa en sacar a gente del
público y simular combates, números de lucha y anunciar números imposibles que
soluciona con alguna broma. Está ahí más de media hora. El solo. Logrando que Lucía y
Daniel se rían juntos de lo mismo.
Si yo consiguiera algo así, cuando
llegara este momento en el que guarda la bolsa con las monedas en la maleta y
se hace una foto con los que se acercan, me sentiría como si hubiera hundido
uno de esos Scharnshorst que a todos nos rondan por la cabeza. Y así están las
cosas : con los payasos como referencia mientras que los tipos que deberían
serlo se empeñan en hacer el payaso.
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