domingo, 3 de marzo de 2013

El “Scharnhorst”



El “Scharnhorst” :

“El crucero ligeramente armado de mi padre, el Jamaica de Su Majestad, dio el golpe de gracia a un serio acorazado nazi llamado Scharnhorst en diciembre de 1943, un día de trabajo mucho mejor y más arriesgado del que yo he hecho o haré nunca”

“Amor, pobreza y guerra” Christopher Hitchens – Página 12

Si no hubiera hecho viento en La Pinilla, no habría elegido rápidamente este libro en La Central (tal vez me habría llevado “Diario de un cuerpo”, de Pennac, después de pensármelo más tiempo) al recibir la llamada de que el autobús con los mellizos se volvía en una hora, ni habría tenido tiempo de empezar a leerlo mientras les esperaba, encontrándome con ese párrafo. Un párrafo así en la página doce anuncia un partido con muchos goles, pero no puedo llegar al siguiente porque el autobús se adelanta.

Cambiamos rápidamente de planes y nos marchamos a la calle Fuencarral con las bicicletas a disfrutar de un sol que haría maravillas con unas copas llenas de agua sobre una bandeja de plata. Es un sol que te va descongelando ya por dentro. Subimos y bajamos con las bicicletas y después nos sentamos a ver si nos llega la inspiración para seguir aprovechando la mañana : hay que dar el paso justo para no espantarla.

Pero estamos precisamente en el sitio apropiado. Se puede decir que ese siguiente paso se nos presenta ahí mismo : un hombre deja una maleta en el suelo, la abre y empieza a disfrazarse de payaso con una seriedad de lunes por la mañana. Zapatos grandes. Un cinturón con un timbre como los de las recepciones de los hoteles. Un gorro que me recuerda al Johnny Deep de “Charlie y la fábrica de chocolate”. Una vez que termina de vestirse, regresa al domingo y empieza a saludar a los que pasan. ¿Y si nadie se detiene? ¿Y si solo consigue atraer la atención de unos pocos niños?

Pocos minutos después un gran grupo le rodea. Los niños delante, sentados. Los padres, detrás. Los niños atentos. Los padres, sin dejar de consultar el móvil. El payaso es bueno porque no hace de payaso : sus chistes y bromas funcionarían igual si no llevara ese traje que únicamente sirve de reclamo. Su actuación se basa en sacar a gente del público y simular combates, números de lucha y anunciar números imposibles que soluciona con alguna broma. Está ahí más de media hora. El solo. Logrando que Lucía y Daniel se rían juntos de lo mismo.

Si yo consiguiera algo así, cuando llegara este momento en el que guarda la bolsa con las monedas en la maleta y se hace una foto con los que se acercan, me sentiría como si hubiera hundido uno de esos Scharnshorst que a todos nos rondan por la cabeza. Y así están las cosas : con los payasos como referencia mientras que los tipos que deberían serlo se empeñan en hacer el payaso.

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