El traductor : El
sábado nos ponemos manos a la obra. Escribo un capítulo del libro viajero mientras
Daniel, en la mesa del salón, va colocando el material que necesita. Cuando
acabo se lo leo. Tenemos un perro se comunica con un niño con las palabras que
aparecen encima de él cada vez que ladra hasta que un día (esta es nuestra
aportación) las vocales desaparecen y el niño ve cómo se deshace en la mano la
segunda a de amistad que ha agarrado. Lo veo escuchar con atención y sé que he
acertado cuando, sin decirme nada, comienza a dibujar sin dudar. Me lo enseña
al terminar. Descubro que mi texto gana mucho traducido por él.
Antes de devolver el libro hoy al
colegio para que otro continúe con el cuento, le hago una foto a esa mañana de sábado.
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