Los primeros años
de un animal disecado : Esta es una casa en la que se cuida tanto a los
peluches de animales que me he acostumbrado a llevar mis celos por ellos como
los tiburones esos peces que viven pegados a ellos (aunque tengo tantos ya que
un día ya no se me va a ver). Los peluches ocupan el mejor lado de la cama y en
su blanda superficie peluda se conserva ese cariño infantil que empieza a huir
de esa piel que se nos pone a los tiburones cuando estamos un par de días sin
afeitarnos.
Yo creo que los peluches notan ese
cariño y que a su modo son felices. Así que, por ese lado, todos contentos en
una situación que, hasta aquí, no difiere demasiado de la que se puede encontrar
en casas en las que ningún niño muestre prematuramente vocación de cirujano.
Pero aquí la felicidad es más
completa, como un periódico el domingo, porque los peluches saben que se les
seguirá tratando bien cuando crezcan. Todos los peluches, es la ley de vida de
su sector, terminan abandonando esta fase de ojos grandes en rostros pequeños y
empiezan a coger peso, su piel se vuelve dura, las extremidades pierden
flexibilidad y comienzan a ponerle pegas a cualquier juego que les propongan. Deberían
advertirlo en las tiendas.
Es entonces cuando acaban en un
vertedero (o punto limpio, en su traducción new age), en un sótano, como premio
en ferias de pueblos pequeños o, en el mejor de los casos, vuelven a vivir una
segunda falsa segunda vida en la camas de esas veinteañeras a las que su novio
les regala el peluche más grande que encuentran para que ellas se acostumbren a
dormir con algo peludo a su lado
Aquí saben que su fin será
distinto, que cuando no haya sitio material para ellos se les llevará al Museo
de Ciencias Naturales, que Daniel insiste en visitar no solo para aprender de
lo que hay expuesto, sino para buscarles un sitio. Allí los llaman animales
disecados, pero cualquiera con un poco de imaginación se los puede imaginar de pequeños
conservando los últimos rescoldos de una forma de querer que, también, otra ley
de vida, debe cambiar.
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