Las leyes de la mala suerte : En el
escaparate de la tienda de los chinos hay gatos de la suerte de diferentes
tamaños, supongo que dependiendo de la que necesites. Si tu vida es más triste
que el mobiliario de una asesoría fiscal, pedirás el más grande esperando que un
golpe de fortuna te vuelva visible de nuevo. Si lo que te falta es algo
específico y puntual, lo probable es que te compres uno pequeño para que agite
el brazo en el salpicadero del coche si eso que está ahí aparcado es un coche
de la guardia civil y tu lengua es incapaz de pronunciar las palabras de golpe,
que para pedir otra copa solo había que señalarla.
Yo me llevaría un par de los
pequeños si no fuera porque creo que pueden volverse en tu contra si en el
fondo eres un tipo afortunado y no eres capaz de verlo. Un castigo latente para
que la escasa buena suerte no termine en las manos de quien ya tiene la que le
hace falta. Coge uno sin merecerlo y en alguna parte una gran bola de dos toneladas
empezará a rodar para aplastarte en el sitio más inesperado. Por eso me quedo
un rato pensando y admitiendo, al final, que sí, que hay algunos temas a los
que no les vendría bien un empujón. Pero acabamos de venir de comer y lo hemos pasado
tan bien que pagar cinco euros por una copa de vino no me ha dolido. Tal vez
otro día.
No hay comentarios:
Publicar un comentario