Lo que Star Wars separó : Encima del
mapa de Francia hay dos figuras de Star Wars tumbadas. Son dos droides de
combate B1, pertenecientes a esa trilogía que decidí olvidar conforme salía del
cine. Yo, como capricho, hubiera tenido una X-Wing, o un R2D2. Si me lo hubiera
pensado dos veces, habría elegido un C3PO para preguntarle las dudas en los
ejercicios de latín o de inglés. ¿Qué mejor ayuda que la de este androide capaz
de dominar seis millones de formas de comunicación? Con alguien así al lado, la
Guerra de las Galias habría sido un tranquilo paseo por la granja de humedad de
los tíos de Luke en Tatooine al atardecer. ¿Pero un B1? ¿Estos robots anoréxicos
de los que un wookiee como Chewbacca habría tumbado un par de centenares
de un guantazo y que no sabrían decirte dónde está Paris? El verdadero reto de
la nueva película de Star Wars que se estrena este año es unir a dos
generaciones separadas por la propia saga.
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