martes, 22 de noviembre de 2011

多谢

Me gusta que el Madrid meta seis goles, como esta noche, y que se agarre bien a Europa antes de que a los del norte se les ocurra lo de la Copa de Europa de dos velocidades para que sus equipos se lleven alguna y nosotros tengamos que luchar por el trofeo de los PIGS. Por este lado, no tengo nada que decir.

Sin embargo, me gustaría hacer una petición pública sobre la distribución de los goles aunque sé que ahora solo se escucha a los chinos, para los que empezamos a jugar a las doce con el fin de que ellos puedan ver el partido con su cuenco de arroz en una mano y nuestra deuda soberana en otro. Poco caso se me va a hacer, pero lo que solicito es una nimiedad, un tema de distribución de goles.

A saber y a quien proceda : Aquí las cenas empiezan a las ocho y media y terminan a las nueve. Podríamos empezar antes para antes acabar, pero suele ser complicado por varias razones que no puedo enumerar porque cada día son diferentes. Una multiplicación que hay que repasar, un calcetín que no aparece, unas risas de más a la hora del baño. En este estilo. A las ocho y media estamos cenando, entendiendo por cena el proceso que se desarrolla paralelamente a la emisión de dos capítulos de “Fineas y Ferb”. Nosotros les explicamos que se ve la tele mientras se come, pero ellos comen mientras ven la tele. Sobre ese matiz giran nuestros problemas a esa hora.

De fondo, frases como “Maldito seas, Perry el ornitorrinco” o “Ya sé qué vamos a hacer hoy, Ferb”.

Pero no nos distraigamos. Tenemos los goles del Madrid y el tema de la cena. La cena se extiende hasta las nueve, que es el momento en el que todos nos vamos al salón a descansar de la lucha. El sofá que compartimos es nuestra tregua. Así suele ser todas las noches, pero cuando hay fútbol, a las nueve me quedo solo en la cocina y cambio de canal.

-A ver qué tal – me digo.

Y me siento en la mesa, todavía sin recoger, y me pongo a ver el partido, comiéndome los restos de una croqueta, o bebiendo el zumo que queda, o rebañando el kétchup de un plato con un trozo de pan, o colocando un plato encima de otro, o recogiendo las migas con una mano, o terminándome un batido de chocolate, o pinchando las últimas patatas, o acabando unas natillas de chocolate, o de vainilla, o apurando el arroz que no se han comido. Sí, en ese momento me convierto en una cucaracha, metamorfosis mediante, y no le hago ascos a nada de lo que veo sobre los platos.

Es un buen momento de soledad en el que disfruto de los nervios del partido.

Para que el momento sea perfecto, necesito que el marcador no se haya estrenado. Ver un cero a cero es como llegar a tiempo, aunque ya hayan pasado quince minutos. Y pensaba que esta noche iba a ser todo igual y al cambiar descubro que en quince minutos el Madrid ya ha marcado tres goles. El partido, aunque quede mucho por jugar, ya se ha acabado. En esta novela negra, ya me han dicho quién es el asesino : el Dínamo yace en el suelo con tres agujeros y de las botas de Benzemá, Callejón e Higuaín sale humo.

Esto no se hace, Mourinho, don Florentino. Que me parece muy bien que el Madrid meta seis goles, pero les rogaría que los distribuyeran de otra forma. Ustedes no tiene dos niños de siete años y no saben quién es Doofenshmirtz para que puedan comprenderme del todo, pero tampoco hace falta una gran empatía. Que los chicos esperen un poco para marcar el primero y que después no lo hagan todo de golpe.

Si la petición les parece absurda, imagínense que se la hace un chino y ya verán que tiene sentido.

多谢

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