Autoridad : Para saber cómo es
alguien, mírale cruzar por el paso de cebra mientras esperan los coches. Yo me
fijo esta mañana porque los grupos que ponen en la radio son malos y muy
malos. El día que una emisora guarde un minuto de silencio en vez de emitir una
canción, le declararé mi fidelidad total. No pasa nada : también hay premios
que se quedan desiertos. Pero estos alegres chicos le ponen medallas a
cualquiera que no distorsione, como creer que literatura es cualquier cosa que
no tenga faltas ortográficas.
Me fijo. A estas horas estamos con
las defensas bajas, recordando todavía cómo tenemos que ser. La cuchara girando
en un vaso de leche y después en el otro. La hora. La selección de la ropa y el
calcetín que falta. La hora. Bob Esponja (No), Phineas y Ferb (Sí). Los libros
en la mochila. El peine debajo del grifo. La hora. La espera en el ascensor,
impaciente como frente a un lavabo ocupado. La fila para salir del
aparcamiento. La hora. El atasco sobre el puente y el primer momento para mirar
por el espejo a la que se maquilla rápidamente. La hora. Los chicos y sus
medallas (oro para todos, parece), en la radio.
La hora.
Paro en todos los pasos de cebra
que me encuentro después de tener esa intuición de que para saber cómo es
alguien puede bastar con verle cruzar. Una cruza rápidamente, como
disculpándose. Otra, maletín en mano, anda deprisa. Una madre empuja el carrito
como si pesara más de lo que pensaba. Y entonces llega la que cruza la calle
despacio, sin mirar : todos saben que la ley está escrita en esos trazos
gruesos y que por eso paramos, pero ésta sabe que la autoridad sale de ella. Lo
sabe y tiene razón.
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