The mystical
oneness : Que la pequeña Babooshka no tuviera su etiqueta con el precio me
pareció una muestra de incompetencia. Ahora, sin la presión de vigilar a dos
enanos que parecían a punto de ser arrastrados por el fluir de los clientes en una
tienda un lluvioso sábado por la tarde, las cosas son distintas. Quizás no
fuera incompetencia, sino la fina ironía de alguien, que incapaz de decidir si
sería más justo especificar el precio para cada una de las menguantes figuras,
decidió dejarlo vacío.
Esta
es una manera Wallaciana de interpretarlo, aplicando lo que David Foster Wallace
recomendó en su discurso del 21 de Mayo del 2005 en el Kenyon College. En él
habla del agua, de peces, de cajeras agotadas, de conductores de 4X4 y de lo
que significa madurar. Aquí va un extracto en inglés porque así es posible que
atraiga a algún visitante de más allá de Alcorcón.
“If you're automatically sure that
you know what reality is, and you are operating on your default setting, then
you, like me, probably won't consider possibilities that aren't annoying and
miserable. But if you really learn how to pay attention, then you will know
there are other options. It will actually be within your power to experience a
crowded, hot, slow, consumer-hell type situation as not only meaningful, but
sacred, on fire with the same force that made the stars: love, fellowship, the
mystical oneness of all things deep down”
Esa Babooshka sin etiqueta es una
versión infantil de la que tenemos en el salón, que llegó directamente de un
puesto en Moscú al que vino de una fábrica en China. La adulta es grande y
guarda dentro de sí muchas figuras. Un enfoque artístico del canibalismo que
uno tiene que cometer para crecer : comerse al niño y después al adolescente y
después al veinteañero hasta que llega la tumba y se come a todos y no deja ni
los huesos.
Como Daniel estaba interesado en la gran
Babooshka, atraído quizás por el proceso contrario de ir descubriendo algo que
oculta algo que esconde algo que protege algo que, por fin, muestra al primer
motor inmóvil, le compramos la versión pequeña. Y quién no va a sentirse
atraído. Su enfoque es optimista porque el esfuerzo tiene su final. Luego
pierdes ese interés porque, intentes como lo intentes, la realidad va poniendo
un titular que es engullido por otra noticia que es envuelta por una declaración hasta
que acabas desistiendo y te vas a la portada del Marca, que es lo que es lo que
es.
Y entonces vuelves a leer el
discurso de David y te dices, venga, vale, me esforzaré, y es así como puedes
imaginarte al tipo de la tienda realizando una pequeña muestra de humor
minimalista en vez de encontrar ahí la razón de que este país vaya como va, que
fallamos en lo básico y que empiezas por dejar de ponerle el precio a un
artículo y acabas quebrando la tercera entidad financiera del país, después de
atropellar a alguna abuela en un paso de cebra, claro.
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