domingo, 27 de mayo de 2012

Escapada al siglo XII




Escapada al siglo XII : Viendo las figuras en la entrada de esta iglesia románica me doy cuenta de que hace unos cuantos siglos eran más bajos : levanto la mano y puedo pasar los dedos por las barbas de la figura de un hombre. Estás en el siglo XXI tocando el siglo XII, repitiendo el mismo gesto que el cantero hizo antes de dar por bueno su trabajo.

Hace una buena mañana. En un campo hemos visto a un grupo de personas preparándose para bendecir la tierra. Caminaban en fila para reunirse alrededor de una carpa blanca cuyos bordes se agitaban al viento. Esa me parece una buena puerta de entrada para una manera de entender la religión con la que me sentiría cómodo. Bendecir como ensalzar y dedicar el esfuerzo a encontrar qué es lo que en cada cosa puede ensalzarse.

Conforme subíamos hacia esta iglesia, un par de perros se han acercado a la puerta se su finca y han empezado a ladrarnos.

Gran parte de las figuras son músicos. También los hay que tienen un libro en la mano. El resto parece escuchar. Lo que resulta curioso es que no se miren entre ellos, lo que hace que, aunque estén juntos, no parezcan un conjunto. Puedes detenerte en cómo está hecho el pelo, o los ojos, o los pies, o los pliegues de la ropa.

Como la iglesia está cerrada y no hay nada más que ver, no hay prisa. Los perros ya se han calmado y se escucha a los pájaros, el complemento perfecto para la piedra. Viendo estas figuras desaparece el deseo de estar en otro lugar. Estar aquí está bien, aunque no se sepa exactamente por qué. Si estás observando esto es que, en cierto modo, también fue construido para ti. Eso es lo que transmite la vista. El tacto le da valor al trabajo que permanece, una necesidad para la que entonces tenían respuesta. Entonces.

Hago unas cuantas fotos. La persona que me ha traído aquí, para la que éste es un sitio especial, espera pacientemente. Me pregunto si el cantero tenía alguna melodía en la cabeza mientras trabajaba la piedra. Hacer una fotografía a cada una de las imágenes es una forma válida de despedirse.

Cuando bajamos, los perros están tumbados en la sombra. Ni nos miran. Parece que guardaran sus energías para asustar a los que se acercan y así mantener este sitio en el siglo XII. 

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