Cuenco con las manos : Pero prefiero este amanecer de luz eléctrica que se va
mostrando en los locales de la calle, con las puertas aún cerradas y los
cierres hasta la mitad. Un hombre que coloca los pollos en el escaparate
mientras su compañero, inmersos los dos en ese silencio que surge de una
atención plena, va pasando el paño por un cristal. Una mujer que barre en la
entrada de su tienda los restos del día anterior. Un par de palomas que hacen
la calle suya. La luz, amarilla y densa, parece la misma en todas las tiendas.
No está ahí solo para iluminar, sino para desbordarse. Podría recogerse la que
cae en la calle y bebérsela como si fuera un caldo espeso con el que hacer
frente a un día de huesos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario