La
precisión del tatuador : Los domingos, los objetos habitan en sus sombras,
perfiladas con las agujas de un reloj sin prisas, vacío de tiempo. Gracias a
ellas, como raíces en la superficie, pueden moverse por su entorno, palpar las
texturas, intentar llegar un poco más lejos que la semana pasada. Habría que
sentarse en un banco y observar ese avance, dejando que esos minutos de
silencio y paciencia también te perfilen. Nunca es más evidente el movimiento como
ley que en los cambios de lo que parece inmóvil, en la última línea del
horizonte, en las sombras de la valla.
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