El sueño del conquistador : Dos plantas
más arriba, todo está dispuesto para que, a las nueve, el primer cliente que
entre en el supermercado tenga la impresión de que el mundo es un lugar que
está deseando ofrecerse en abundancia. Todo ordenado, obediente, limpio. Algo
así debe ser el cielo, con la diferencia de que allí no tendrás que pasar por caja
después de llenar el carro (el infierno será un local de estanterías vacías y
cajeras que no dejan de teclear imaginarios precios durante toda la eternidad,
traduciendo a euros el tiempo de tu condena)
Quiero ser ese primer cliente, pero
hoy me quedo mirando la tapa de un desagüe en el suelo del aparcamiento. Su
dibujo no coincide con las líneas blancas que deberían cruzarla. Aunque la
girara, no encajaría: deben haberla cambiado por otra. En eso me quedo
pensando.
Tal vez si no me hubiera detenido
en esto habría podido ser el primero en entrar. Un par de veces he estado a
punto, pero los que llevan cesta suelen ser más rápidos. Ser el segundo o el tercero
ya da lo mismo. El importante es el primero, el que dejando las primeras
huellas sobre la nieve reclama para sí el territorio.
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