Una receta para la redención : Sé que
con cuatro porciones de merluza ya cenan los mellizos, pero como he sacado un
plato amplio no dejo de preparar trozos para cubrirlo entero y que no quede ni
un puto trozo blanco. Lo que resulta imposible durante el día aquí es cuestión
de ganas y de un poco (muy poco) de paciencia. Las porciones están quedando muy
bien. En los dedos tengo una mezcla de huevo y pan rallado que no me limpio. El
aceite se está calentando y ya ha alcanzado la temperatura en la que empieza a llenar
la cocina con su olor. Debería dejar de rebozar la merluza y empezar a freírla,
pero queda todavía quedan algunos huecos. Un trozo más aquí. Otro ahí. Cuando
el plato ya está completo me quedo tranquilo. Si alguien me preguntara: ¿y de
este día, qué?. Le señalaría el plato para después limpiarme los dedos en un
paño y después colocar los trozos en el aceite caliente y removerlos suavemente
con unas pinzas de metal mientras empiezan a dorarse.
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