La maldición del nudo perfecto : A mí
también se me desatan los cordones. Quizás sea algo que va pasando de padres a
hijos. Debería habérselo preguntado a mi padre, pero la relación de temas que
iban antes en la lista a tratar era muy larga, así que se ha quedado pendiente.
Hubiera estado bien saberlo para advertirle a Daniel de que no importa las
veces que haga el nudo ni lo fuerte que tire de él: de alguna forma, sospecho
que nuestra estirpe lleva esa maldición en los pies. Él, como yo, arrastra los
cordones hasta que encuentra el sitio perfecto para atárselos. No vale
cualquiera.
No hay comentarios:
Publicar un comentario