La medida del esfuerzo : Aunque el agua
caliente salga nada más girar la llave, la preparación de la ducha ha llevado
su tiempo: hora y media en un gimnasio que, a la hora de la sobremesa, está
casi vacío. Todo el esfuerzo se puede traducir en calorías, en minutos, en
ejercicios o en canciones escuchadas. Una acumulación de estadísticas que no
son tan precisas como la impresión del agua de la ducha sobre la piel. Ese placer
es la auténtica medida.
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