Una tarta compartida : Nunca sabemos
qué va a responder Lucía cuando le proponemos que se pida un postre. Una opción
es que diga que no quiere nada. La otra es que elija el plato más goloso. Un coulant.
O una tarta de chocolate con fondant, como la de hoy. Si la hubiera pedido yo,
no habría obtenido la mitad del placer que me experimento al mirarla. Como
llena la cuchara con trozos grandes, tarda poco el comérsela. Uno de los
grandes delicias de una comida es ver cómo disfrutan los demás. Los platos
pueden ser magníficos, pero si falta ese gozo en los que te rodean, la
celebración será imperfecta. Por eso cuando parece que Lucía no va a mirar la
carta de postres, insisto un poco. No mucho. Un poco.
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