El primero de la
fila : Antes de que sirvan los postres en la comida de cumpleaños de mi madre,
a los cuatro primos les entregan unas máscaras de Halloween hechas en China. No
siempre fue así : nos cuentan (es una mesa en la que se acumula mucha
experiencia) que, hace mucho tiempo (también se acumulan años), todos los
artículos como estos se fabricaban en Japón. Después los japoneses decidieron
especializarse y centrarte en la tecnología, con el resultado que conocemos,
dejando Halloween en manos de los chinos y las películas americanas.
Los primos no parecen muy
interesados en las máscaras. Prefieren unas piruletas de chocolate con forma de
calabaza o murciélago que les reparten después. Es indudable que ésta es una
fiesta infantil. Recuerdo una parte del
“Bandera blanca”, de Battiato.
Nos preguntamos qué pasará cuando
los chinos decidan imitar a los japoneses, convirtiendo esta economía de todo a
cien en el prólogo de un auténtico tsunami económico. También en la mesa
(acumulan lecturas) nos calman : en China no hay buenas universidades. ¡Ah,
bueno!. Las máscaras parecen más inofensivas a pesar de la advertencia que
traen (Eye holes may be too small and irritate eyes).
El problema, añaden las fuentes con
el café recién servido (acumulan la sabiduría del que sabe que es mejor mirar
las cosas de frente), es que en India sí tienen universidades de nivel y dentro
de poco alcanzarán la población de China (1.350.647.000 vs. 1.236.750.000) . Cantidad
y calidad. Ahí están, en silencio, formando una única fila para que sólo veas
al primero y sin mandarnos una sola pista “Made in India”.
Piruletas, cafés, mi madre abriendo
sus regalos (los paquetes parecen más pequeños conforme se cumplen los años), Battiato,
que cantaba : “Yo prefiero la ensalada a Beethoven y Sinatra, a Vivaldi, uvas
pasas que me dan más calorías” y esa línea que puede seguirse desde ese tranquilo
saber de un extremo de la mesa a la urgencia inquieta de la otra.
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