Mensaje en un
bote de plástico : Todo lo que se ofrece en la carta utiliza carne como materia
prima. Para que la cena esté equilibrada, en los aperitivos sirven unas galletitas
saladas con forma de pez. Los cuatro primos se pelean por ellas y después se
centran en sus hamburguesas y sus perritos calientes.
El restaurante está limpio, tiene
una luz blanca uniforme que borra las sombras y una pantalla plana en la que
está puesto un canal infantil. Hay mil como éste, pero lo que lo diferencia es
que las salsas se sirven en unos botes de plástico parecidos a los que los
cocineros utilizan en los programas de televisión. Todos están llenos, como si
hoy se inaugurara el negocio, con una oferta de salsas que no se limita a las
habituales.
También los mayores pedimos carne,
claro, y al echar la salsa en la hamburguesa me acuerdo de ese juego en el que
de pequeño dejaba caer diferentes pinturas sobre una hoja que daba vueltas
sobre sí misma. Coloco el pan en su sitio y la muerdo. La sospecha es ahora una
evidencia : la salsa es el refugio del talento del cocinero.
No hay comentarios:
Publicar un comentario