Umbral y el edredón : Recomienda Umbral en su “Diario político y sentimental” (página 139),
no caer en lo doméstico al llevar un diario, “que es otro de los peligros del
género”. Eso está bien cuando se es Umbral o se lleva la vida de Umbral, lo que
no es mi caso, qué más quisiera yo. Umbral, lo siento, pero es que estoy
rodeado de cosas domésticas : es el campo en el que me toca jugar.
El edredón de Daniel, por ejemplo.
Lo estrena hoy. Es un edredón que
lleva estampado un cómic, como si fuera una gran página de tela con la que
cubrirse. Por lo que veo, es la historia de un zorro y dos niños. Los dibujos
están bien hechos (nada que ver con la desgana del ilustrador de “cuentos por
teléfono”) y animan a fijarse en los detalles. Los detalles, lo sé por el gran
Ibáñez y su Mortadelo y Filemón, son muy importantes : con él aprendí la
lección literaria (más allá de Escuelas de Letras) de que en cada párrafo, como
en una buena viñeta, siempre debe haber algo en lo que detenerse.
El edredón queda bien (es el
detalle que logra que todas los demás elementos del cuarto se unan, como la
mujer que al entrar en una fiesta concita la mirada de hombres que no se
conocen) y además tiene sentido en la habitación de un niño con tanta facilidad
para dibujar. Lo primero que ve al levantarse y lo último antes de dormirse son
esos dibujos. Algo así puede hacer más por una vocación que cien visitas al
Prado. El acierto sería completo si la narración comenzara en una esquina y
acabara en la opuesta. No cuesta mucho descubrir, al ver que hay viñetas que se
repiten, que la historia es más corta que el espacio del que dispone. Los
fabricantes del edredón lo tenían muy fácil para haber hecho un producto
perfecto pero se ve que les entró la pereza. Lo que podía haber sido una vuelta
al mundo en lo creativo se queda en una excursión a La Pedriza.
Esa decepción ante lo que habría
podido ser si. Un si en este caso pequeño, minúsculo, un apretón de imaginación
para ocupar un edredón infantil. Si fuera una manta para ancianos no
importaría, pero aquí se trataba de mostrar que hay tantas cosas que contar, que
ver, que experimentar, que la superficie de un edredón se quedaría pequeña :
podrían haber impreso, de hecho, el capítulo de una historia más larga que
hubiera obligado al niño a imaginarse el resto.
Podrían haber sido más ofensivos.
Podrían haber caminado por otros
terrenos.
Podrían haber saltado unas cuantas
vallas.
Esto es lo que pienso. No sé qué
habría dicho Umbral de haber estado aquí.
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