Masoquismo
científico : Hay jornada de puertas abiertas en Cosmocaixa : un grupo de
colegios ha colocando puestos científicos para hacer la ciencia más accesible,
más amigable. Todo eso. Lo cierto es que parece que la estuvieran vendiendo a saldo.
Este mercadillo del saber estaría bien en cualquier otro sitio, pero montarlo
aquí es vender bisutería en Tiffany’ s.
Soy el primero en admitir que estoy
siendo muy injusto con el esfuerzo de todos esos niños y de todas esas niñas.
Qué injusto soy. Sigo :
Respeto a la ciencia porque no la
entiendo. Las cartas encima de la mesa. Tuve unos profesores de mierda que no
esperaban a aquellos que, como yo, intentaba mantenerse a flote en una barca
con bastantes agujeros. Yo remaba (y remaba) mientras veía cóm, en la popa del
gran yate del saber, el profesor de mierda y sus discípulos aventajados le
metían mano a las más lujuriosas y excitantes leyes de la física o de la
química. Yo remaba (y remaba) mientras el agua iba ascendiendo por mi
barca hasta ahogar cualquier posibilidad de entender lo que se contaba en la
pizarra.
Desde ese momento soy un cadáver científico
y si sigo vivo es porque algún otro profesor, de letras, me sacó del agua y
trató de salvar la parte de mi cerebro (pequeña) capaz de mirar al teclado y a
la pantalla casi a la vez organizando palabras en frases, frases en párrafos y
párrafos (los días afortunados) en ideas.
Cualquier otra persona habría
guardado rencor hacia aquello que te ha matado. Yo no. Curiosamente, me sigue atrayendo
este mundo aunque queda poco para que mis hijos sepan interpretarlo mejor que
yo. Da igual. Mi autoestima científica también se ha muerto. Me gusta pasearme
por Cosmocaixa y no entender la mitad de lo que leo (la otra la entiendo pero
la olvido). Me basta con experimentar ese orden, ese esfuerzo por saber que hay
detrás de cada experimento o exposición y percibir la grandeza de todo eso. Lo
que los analfabetos sentían ante las pinturas religiosas yo lo noto al ver la
fotografía aumentada de las garras ocultas de un pequeño gusano.
Como siervo capaz
de obedecer cualquier orden de su caballero sólo por serlo, no admito que se
rebaje la escenografía de la Ciencia, con mayúscula. Es el protocolo del saber
que esos mercaderes tratan de profanar con sus aproximaciones infantiles. No
quiero que me la hagan simpática, ni dócil. No quiero ese tierno punto Disney.
Exijo la otra ciencia,a la que no le
importa que la entienda o no, la que me pueda despreciar como un director a un
violinista aficionado. Que coja altitud. Que conquiste. Indiferente como la
nave que sale de la atmósfera ante aquellos que la observan con la mano protegiéndose
los ojos.
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