La lista de la
compra de Gulliver : (Esto que digo lo tengo que escribir entre paréntesis,
medio oculto, porque tengo un hermano que está haciendo un importante curso de
cocina y no quiero mancillar su honor. Esto que digo es lo siguiente : todas
las mañanas abro un tarro de brócoli, una lata de atún, y lo mezclo todo para
prepararme la comida. Esta es la base, pero suelo hacer modificaciones :
Lunes : Abro el tarro, la lata y
vuelco la lata antes que el brócoli.
Martes : Abro la lata y el brócoli,
pero echo primero el brócoli.
Miércoles : Abro la lata y el
brócoli después, pero echo la lata.
Jueves : Abro el tarro, después la
lata, y vacío primero el brócoli.
Como supongo que lo de la cocina lo llevo en la
sangre, una vez echo mostaza a la mezcla y otros días, cosas de la
creatividad, una salsa a base de vinagre de Módena.
Con esto quiero decir que los
restaurantes de la zona por la que trabajo son malos y que tengo cierta
experiencia con los botes de brócoli del Carrefour.
Esta mañana pago 1,452 € por el
litro de Diesel. Esta mañana, al volcar el tarro de brócoli (la relación entre
el brócoli y yo sigue siendo buena) vuelvo a darme cuenta de que cada vez traen
más agua y menos brócoli. Dentro de poco sólo tendrán un líquido oscuro en el
que flotará un pequeño trozo de brócoli, con si fuera el bote de algún malvado
doctor Frankenstein vegetariano. La causa, me temo, está en el precio de la
gasolina : para mantener la ilusión de que no afecta al resto de la economía en
los precios finales, los productos y servicios en los que su coste es importante
(no creo que los botes de brócoli lleguen rodando desde la fábrica) ven
disminuida su calidad poco a poco, de noche, en silencio, intentando que el
umbral de percepción del cliente no lo note. Pero mal empiezan a ir las cosas
si yo, a las siete de la mañana, con parte de mis habilidades intelectuales
todavía en función suspendida, soy capaz de darme cuenta de que la cantidad que
cae del bote es cada vez más pequeña.
La parte mala es que esto no va
bien. La buena es que ir de compras se vuelve un juego en el que hay que descubrir
en dónde ha ahorrado el fabricante. Si lo descubres, te quedas molesto pero
tranquilo, porque la otra opción es peor. Pero no hay que ponerse tampoco muy
trágico, que las medidas vayan disminuyendo significa que nosotros en
comparación somos cada vez más grande, más altos, más fuertes, como Gulliver.
Cierro paréntesis)
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