Medusas de
cristal : Los dos camareros ejecutan el rito de la Burrata Italiana (13,50 €)
como si fuera un número del que se sintieran orgullosos. Uno de ellos, el del
bigote, se acerca al plato con un cuchillo y un tenedor como si fuera a hacerle
la autopsia a una medusa. El otro, el que lleva gafas, sostiene en sus manos un
pimentero inmenso (pimentero inmenso, en italiano) y se queda detrás,
esperando. Lucía y Daniel los observan con atención, como si vieran la sombra
de un truco nadando cerca de la superficie de este momento.
Es una escena que, puestos a
elegir, me gustaría recordar en blanco y negro.
Los cubiertos descabezan a la
medusa con elegancia y la abren. La piel, más consistente, se despliega con
cada corte, dejando al descubierto la zona más líquida. Es una autopsia de
cirujano experto. Es un resquicio para una imagen húmeda que neutralizo con el
blanco y negro. La medusa guardaba un secreto y el camarero lo ha descubierto
utilizando sólo la punta del cuchillo y la punta del tenedor, como el que, en
silencio, abriera una caja fuerte rozando la combinación con los dedos.
En un silencio ahora satisfecho, el
camarero del bigote se aparta para que el del inmenso pimentero espolvoree el
cuerpo de la medusa. Son pequeños giros que realiza con su mano derecha (apenas
podemos verla, allí a lo lejos) mientras orienta la pimienta que cae con la
izquierda. Ahora la referencia es religiosa. Un fino polvo negro cubre el plato
como un manto. Observa el resultado y se retira
Para compensar ese contraste entre
el blanco y el negro, el camarero del bigote trae ahora dos pequeños frascos de
cristal llenos de sal. Los abre con cuidado y se los pasa a los niños para que
los huelan (A Lucía le gusta el primero; a Daniel, el segundo). Deja caer
pequeños trozos por el plato. Minúsculas semillas transparentes a punto de
germinar.
Los dos camareros dicen a la vez : “buen
provecho”
Encima de nosotros tenemos una
lámpara con lagrimas de cristal. Es posible que esos trozos pequeños de sal
sean esa lágrimas pulverizadas. No vale cualquiera : tienen que ser las de días
como hoy, con todas las mesas repletas, como si viviéramos diez años atrás, con
dinero en el bolsillo, confianza en los ojos y la risa compartida del que nada
en un mar sin medusas.
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