A los pies de grandes rascacielos : La
zona dedicada a libros de la FNAC cada vez es más reducida. La única sección
que ha aumentado su espacio es la infantil, porque todavía los mismos padres
que pirateamos todo lo que sale pensamos que se debe aprender a leer en un
libro, no en ese Kindle en el que hemos descargado todas las novedades.
Esta vez me acerco a buscar un
libro que sirva de introducción a la literatura: “Veinte mil leguas de viaje
submarino”. No encuentro ninguna edición ilustrada que le ayude a un niño de
diez años a sumergirse en la historia, como hizo conmigo aquella serie de Bruguera.
Solo hay colecciones sobre misterio, fútbol, magos, monstruos, alumnas en
institutos, diarios y zombies. Lo mismo que, añadiendo algo de sexo y sangre,
se vende en la sección de adultos.
Me salgo sin el libro, aunque es
posible que, de haberlo querido, hubiera podido hacer un apaño con alguna
versión de Gerónimo Stilton con olores, una figura de merchandising del capitán
Nemo o, incluso, algún videojuego basado en el libro para todas las consolas.
Solo queda la opción de bucear por
Amazon para buscar lo que ya no se encuentra en la superficie. Una lástima. Una
lástima porque de la antigua FNAC me gustaba hasta el paseo que daba antes por la
zona de AZCA, con esos grandes edificios en los que siempre había una oficina
que recibía toda la luz del sol. Ese silencio me iba preparando para el recorrido
posterior entre las últimas novedades como esos tiempos de fe colegial en los
que caminaba por el pasillo de la iglesia para recibir la comunión.
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