Dos formas de ampliar el universo : Hoy,
12 de noviembre de 2014, la sonda Philae, aterriza en el cometa 67P/Churyumov–Gerasimenko.
Correcto. Parece que, en una imagen que quedaría bien en una viñeta de Ibáñez, ha rebotado unas cuantas veces antes de
quedarse quieta: nada serio. Me asomo a la terraza para pensar unos segundos en
lo grande que es el universo, en lo poca cosa que somos y en que para llenar
ese vacío hemos creado las croquetas de jamón, loadas sean.
Yo también tengo mi sonda
particular. Un pequeño trípode que nunca he utilizado y que se va moviendo de
un lado para otro en el cuarto de los libros siguiendo su propio programa. A
saber. Hoy, por ejemplo, mientras ahí arriba Philae empezaba a mandar datos de
la superficie del cometa, la mía se ha posado en “La literatura en peligro”,
de Tzvetan Todorov. Por lo que se ve, sin saberlo he estado realizando órbitas más y más pequeñas alrededor de este libro hasta
que ha llegado el momento de, imitando al trípode, aterrizar y leerlo.
Dice Todorov: “Si hoy me pregunto
por qué amo la literatura, la respuesta que de forma espontánea me viene a la
cabeza es: porque me ayuda a vivir. Ya no le pido, como en la adolescencia, que
me evite las heridas que podría sufrir en mis contactos con personas reales.
Más que excluir las experiencias vividas, me permite descubrir mundos que se
sitúan en continuidad con ellas y entenderlas mejor. Creo que no soy el único
que la ve así. La literatura, más densa y más elocuente que la vida cotidiana,
pero no radicalmente diferente, amplía nuestro universo, nos invita a imaginar
otras maneras de concebirlo y de organizarlo”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario